1870. LA ANEXIÓN DE ROMA POR EL EJÉRCITO ITALIANO 273
A las 10’05 se alzó la bandera blanca en la puerta Pía y los defensores
depusieron las armas, formando pabellones. El general Mazé, que
entró con el 39ª regimiento, a la vista de la bandera detuvo la marcha de
sus tropas.
En cambio, en la brecha, que también se había alzado la bandera blanca
cinco minutos más tarde, las columnas avanzaron entremezcladas, cometiendo
escenas indignas con los defensores y continuando su progresión sin
detenerse hasta ocupar posiciones en el interior de la ciudad. Aquí el relato
más próximo a la realidad de lo que ocurrió nos lo ofrece sin duda Beauffort.
Prueba de ello es que el general Cadorna en su libro, para justificar algunos
hechos poco decorosos de sus tropas, utiliza palabras evasivas sobre lo ocurrido:
En la brecha, por el contrario, la bandera blanca no fue alzada, o no
fue vista, dando lugar todavía a algún conflicto con los defensores (…). Se
dirigieron entonces a la carrera el 41ª de infantería (división Mazé), el 34º
de bersaglieri y el 19º de infantería (división Cosez) hacia el interior de la
ciudad a las posiciones que precedentemente se les había asignado…87
Como queda dicho, la descripción de lo ocurrido en aquellos confusos
y trágicos momentos, se ajusta más a la realidad la que nos ofrece
Beauffort, aun sin descartar un cierto tamiz sensacionalista. El autor se lamenta
que cuando los pontificios alzaron la bandera blanca los italianos no
la vieron ondear, ni oyeron el sonido de las cornetas con sus toques de alto el
fuego, ni escucharon el silencio de sus fusiles, ni apreciaron la inmovilidad
de los soldados pontificios. Ciegos y sordos, contra todo derecho de guerra,
continuaron disparando y avanzando, escalando la brecha que ya no era defendida
y abalanzándose contra ellos con la bayoneta calada en sus fusiles.
En cambio, los soldados papalinos, con el arma descansada, no respondían
ni a sus amenazas, ni a sus golpes, ni a sus ofensas. Escenas indignas como
estas se sucedieron en todas partes. En algunos casos llegaron a rodearles,
insultándoles y golpeándoles, particularmente a los oficiales a quienes en
algunos casos les arrebataron sus sables y revólveres.
Las leyes de la guerra obligaban al cese del fuego una vez alzada la
bandera blanca. Los asaltantes debían mantenerse en las posiciones que
ocupaban, sin entrar en la ciudad hasta que se firmase el acta de capitulación.
Como los defensores tampoco podían aprovechar la situación
para hacer una salida y atacar al enemigo. Exactamente lo contrario que
hicieron los italianos, que a la carrera acudieron a tomar posiciones en
87 CADORNA, R.: Op. Cit., p. 483.
Revista de Historia Militar, 131 (2022), pp. 273-288. ISSN: 0482-5748