USOS Y COSTUMBRES DEL NORTE DE ÁFRICA... 35
Eisenhower años más tarde recurrirá al estudio de esta notable acción española
para llevar a cabo unas de las operaciones más contundentes de la
Segunda Guerra Mundial, el Desembarco de Normandía (6 de junio de
1944 a 30 de agosto).
En 1927, el general Sanjurjo anunció el fin de la guerra con los rifeños.
Por estas fechas ya había iniciado su andadura la Legión, creada en
1920, al mando de José Millán Astray y con el apoyo de Francisco Franco,
denominándose en un principio Tercio de Extranjeros y siendo su principal
objetivo las guerras de Marruecos, alcanzando su acción más destacada en
Alhucemas. De 1926 recordamos la famosa fotografía de ambos personajes
retratados por Bartolomé Ros (1906-1974), durante la entrega del mando de
la Legión en el cuartel de Dar Riffien. El autor había llegado a Ceuta con
su familia en 1918 y allí aprendió el arte de la fotografía cuyas obras fueron
publicadas en la mejor prensa del momento, recogiendo la vida militar de
esta zona desde 1918 a 1931, «…hasta el extremo que se le puede considerar
como el cronista gráfico de sus unidades más emblemáticas, como la
Revista de Historia Militar, 131 (2022), pp. 35-84. ISSN: 0482-5748
Legión y los Regulares».
En todas estas imágenes se muestra la actividad del Ejército moviéndose
con toda su intendencia por los diferentes puntos geográficos
del norte de África realizando en cada lugar su vida cotidiana bien en
campamentos, blokaos, cuarteles y buscando las mínimas condiciones
de supervivencia con carencias a veces de resultados tan crueles como
pudo ser la falta de agua en Annual y Monte Arruit o la dificultad del
terreno en Alhucemas. Vida cotidiana marcada siempre por la improvisación
de cada momento, con esperas eternas de las llegadas de suministros
o ranchos en plena contienda o las ayudas procedentes de la
plaza de Melilla o de la Península. Dificultades a la hora de t ransportar
heridos a los hospitales y hasta la terrible misión de identificar los cadáveres
de los suyos.
Lógicamente su vida cambiaba en momentos de más tranquilidad,
cuando reinaba la paz y las relaciones se hacían más llevaderas en el campo
o en los blokaos, o se vivía en las ciudades que cada vez disponían de mejores
condiciones de existencia y atenciones. La vida en campaña empezaba
normalmente de madrugada para estos soldados anónimos que según cita
Carlos Molero, cargado de un cierto romanticismo, en la introducción de su
libro Españoles en el Rif:
«Sin pan, sin techo, en su mirar se advierte vívida luz que el ánimo
serena, la limpia claridad de un alma buena y el augusto reflejo de la
muerte».