Smight explicaba mucho mejor cada una de
las fases del enfrentamiento con el lenguaje
que hay que usar: el cinematográfico. Así,
ambos directores, con buen criterio, hacen
hincapié en lo fundamental que es la inteligencia,
tanto la previa al combate, como la de
la batalla propiamente dicha. Quizás Emmerich
se centra menos en el avistamiento de la
flota enemiga de cada uno de los contendientes
que en la interceptación de las comunicaciones
para averiguar que el objetivo nipón
era Midway. Smight, por su parte, no solo les
dio la misma importancia a ambas cuestiones,
sino que se valió de ellas para lograr el
suspense necesario con el objetivo de atrapar
al espectador. Lo consiguió.
Es cierto que la nueva cinta quiere ser
más fiel a la historia en cuanto a que todos
los marinos que se nombran en la película
son los que realmente participaron en la batalla.
Llama poderosamente la atención, por lo
que tiene de homenaje cinéfilo, la secuencia
en la que Emmerich recuerda la hazaña de
John Ford al rodar un documental en plena
acción aeronaval contra la isla. Incluso el
arranque de la escena parece extraído de
aquel corto del maestro Ford: The Battle of
Midway (1942). Película premiada con el
Óscar, que casi le cuesta la vida al director, a
la sazón capitán de corbeta de la Navy.
En cuanto a la cinta de los setenta se
refiere, Smight optó por colocar al frente del
reparto a un personaje de ficción interpretado
por Charlton Heston. La presencia de este
actor y de sus compañeros de casting, casi
todos viejas glorias, le daba al largometraje la
peligrosa apariencia de ser una más de las
cintas de catástrofes que se estilaban en aquellos
años (Aeropuerto, La aventura del Poseidón,
El coloso en llamas…). No obstante, el
personaje al que dio vida Heston proporcionaba
a la película el conveniente enlace entre
todos los elementos de la acción (era un piloto
naval que finalmente actuaba en la batalla,
pero que a la vez se encontraba dentro de la
esfera de Nimitz y de la inteligencia naval).
Además, a Heston le daba tiempo para ser el
conductor de la subtrama melodramática,
aquella que denunciaba las injusticias cometidas
por los estadounidenses con los japoneses
que vivían en América.
En definitiva, dos largometrajes sobre un
mismo tema, pero abordados de forma diferente.
Uno, el más moderno, aliado con la
tecnología; otro, el de referencia, con la ventaja
de haber pasado la prueba de fuego, la
del tiempo, que al fin y al cabo es la que por
último decide la calidad de una película.
Fernando DE CEA VELASCO
CINE CON LA MAR DE FONDO
(Retirado)
158 Julio