TEMAS PROFESIONALES
como la entendemos, ha llegado a su fin. Si realmente fuera así, el efecto que
tendría en el modelo de fuerza naval que una nación precisa sería tan impactante
como para no ser tomado a la ligera. Por eso, parece conveniente dedicar
unas líneas a explicar los posibles motivos de una revolución de tal calibre.
Determinar si un tipo de plataforma naval sigue siendo válido hoy en día
debe hacerse en base a si su empleo reúne las condiciones de efectividad y
eficiencia suficientes como para ser útil en la actualidad y en un futuro próximo
en el transcurso de las operaciones, considerando tanto las capacidades
defensivas como ofensivas.
Comenzando por el aspecto defensivo y para no hacer este artículo innecesariamente
largo, pondré el enfoque en relación a uno de los factores disruptivos,
los misiles antibuque hipersónicos y balísticos, como el mencionado DF-
26 chino o el ruso Zircon, por citar solo algunos (1). Estos sistemas de armas
han experimentado un importante desarrollo desde comienzos de siglo, que se
prevé se acelere con los proyectos en marcha en otras naciones, como Estados
Unidos, Australia, India, Alemania y Francia (2).
Al considerar el portaviones y sus derivados bajo la amenaza de misiles
antibuque, es evidente que este tipo de plataforma tiene unas capacidades muy
limitadas. En el campo de soft-kill hay sistemas muy avanzados, aunque misiles
de guía dual con capacidad de reconocimiento de siluetas (3) o LIDAR
(Light Detection And Ranging) reducen su efectividad, a veces completamente.
Si consideramos ahora sistemas hard-kill, la capacidad defensiva va en
función del número y modelo de sistemas artilleros de defensa de punto
(CIWS, por sus siglas en inglés) y misiles antiaéreos de defensa cercana,
como el ESSM o el Sea RAM. A mayor número y capacidad de sistemas,
mejor, aunque aquí nunca se tienen no ya demasiados, sino suficientes.
Evidentemente, esa vulnerabilidad inherente a su naturaleza no es algo
que haya pasado desapercibido. Ya en el momento de su consagración como
capital ships, en la Segunda Guerra Mundial, se organizó la defensa de los
portaviones, que comenzaba con sus propias aeronaves con la conocida como
Big Blue Blanket, de John Thach (4), cuyos derivados siguen empleándose
hoy. A esa capa aérea se une la de unidades de superficie en un número variable.
En términos de eficiencia, es innegable que la defensa de los portaviones
deja mucho que desear por la cantidad de recursos que demanda.
(1) Congressional Research Service Report. Hypersonic Weapons: Background and Issues
for Congress, 4 de marzo de 2020.
(2) SPEIER, Richard H., et al.: Hypersonic Missile Nonproliferation: Hindering the Spread
of a New Class of Weapons. RAND Coorporation, 2017.
(3) Como el caso del Naval Strike Missile noruego, que ha sido también incorporado al
arsenal estadounidense por sus carácterísitcas.
(4) COOMBES, Bill: «Divine Wind. The Japanese secret weapon-kamikaze suicide attacks»,
1995, http://rwebs.net/dispacht/output.asp?ArticleID=49 (consultado el 4 de enero de 2020).
2020 87