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Misiones de Huerta en Filipinas
brigada de la división de Mindanao prosigue con
éxito las operaciones en el occidente de la isla,
por lo que recibió la Gran Cruz Roja del Mérito
Militar. Generalizada en 1896 la sublevación de
los independentistas tagalos, se le encomendó el
arduo gobierno político-militar de Joló: un sulta-nato
musulmán que no se integró de hecho en
la Capitanía General de Filipinas hasta 1851, ex-tendido
sobre un rosario de 900 islas en el extremo
suroriental de Filipinas, a más de 1.500 kilómetros
de Manila, mientras que tan solo 20 kilómetros se-paran
la isla más occidental y la vecina Borneo,
con la que guardaba una intensa relación, en
especial con el sultanato de Brunei. En aquel ar-chipiélago
aislado, el general Huerta contuvo la
sublevación, reprimió las incursiones de los piratas
malayos y aseguró la comunicación y el aprovi-sionamiento
de las posiciones más alejadas de la
isla principal negociando hábilmente con barcos
de países neutrales. Con una efi ciente red de in-formación
mantuvo la disciplina de la mayoría de
la tropa indígena a pesar del hostigamiento de
los moros, sin descuidar las medidas defensivas
con los escasos medios de los que disponía ante
la amenaza de la presencia de la armada nor-teamericana,
méritos por los que recibió la Gran
Cruz de María Cristina y también la felicitación
pública del Ministerio de Hacienda por la pulcri-tud
de las cuentas rendidas al frente del gobierno
de Joló.
Evacuadas las tropas españolas tras el Trata-do
de París2, por el que se cedió la soberanía de
Filipinas a los Estados Unidos, Huerta asciende a
general de división en 1900, desempeñando los
puestos de segundo jefe de la Capitanía General
de Canarias y Gobernador Militar de Tenerife, La
Palma, Gomera y Hierro, para hacerse luego car-go
de la Subinspección de tropas de la Sép-tima
Región y Gobernador Militar de Valla-dolid,
siendo nombrado posteriormente Jefe
de la División de Caballería. Entre octubre y
diciembre de 1909 marchó a Melilla, parti-cipando
en varias acciones en el sector de
Nador. De vuelta en la Península, asciende
a teniente general, siéndole encomendada
el 1 de septiembre de 1910 la Capitanía Ge-neral
de la 5ª Región Militar que, por enton-ces,
abarcaba las provincias de Zaragoza,
Huesca, Navarra, Soria y Logroño3.
Capitán general de la 5ª Región
El mando del teniente general Huerta
al frente de la 5ª Región fue inusualmente
largo, en un período de la historia de España
marcado por la inestabilidad política, la
agitación social y el creciente malestar
militar, circunstancias que, inevitablemente,
desembocaron en la crisis de 1917. Siete años
en los que D. Luís hubo de gestionar confl ictos
de orden público sin enturbiar sus esfuerzos
por aproximar ejército y sociedad civil, y
en el ámbito específi camente castrense
se propuso la mejora de la instrucción y
el adiestramiento de las tropas, promoviendo
para ello un gran campo de maniobras en San
Gregorio.
En cuanto al tratamiento de la confl ictividad
social, hay que considerar que en aquellos prime-ros
años del siglo XX las atribuciones del capitán
general de una Región Militar se extendían en la
práctica más allá de lo estrictamente militar. Así
lo establecían la Ley de Orden Público de 23 de
abril de 1870 y la Ley Constitutiva del Ejército de
29 de noviembre de 1878 al asignar a las Fuerzas
Armadas -que incluían a la Guardia Civil como
un cuerpo más del Ejército-, la misión de la de-fensa
nacional frente al enemigo tanto exterior
como interior4. La Ley de Jurisdicciones de 23 de
marzo de 1906 reforzó aún más esas atribuciones
poniendo bajo jurisdicción militar las ofensas de
cualquier naturaleza contra la unidad de la pa-tria,
la bandera y el honor del ejército.
Precisamente fue una crisis interior el motivo de
la rapidez con la que el nuevo capitán general
llegó a Zaragoza dada la premura del gobierno
en sustituir a las autoridades locales, tildadas de
pasivas ante el anuncio de huelga general indefi -
nida desde el 1 de septiembre de 19105, y al día si-guiente
de su nombramiento ya estaba D. Luís en
la sede de Capitanía, “de cuyo mando se hace
cargo inmediatamente con motivo de la grave-dad
de las circunstancias”6, según se informaba.
Tales circunstancias eran las de una ciudad sumi-da
en una permanente agitación social a causa
del estancamiento de la actividad económica,
el elevado desempleo, los bajos salarios y el alza
de precios de los productos básicos, generando
un activo movimiento obrero que recurrentemen-te
llamaba a la huelga, señalando a Zaragoza
como una de las provincias con más horas de
Abril - 2020 Armas y Cuerpos Nº 143 37