Leopoldo O´Donnell
Napoleón III
chos no volvieran a ocurrir”. Realmente, al sobri-no
de Napoleón no le interesaba la venganza de
los asesinatos sino el aumento del control econó-mico
y estratégico francés sobre aquella región.
Recordemos que la frontera española en
aquel momento estaba relativamente próxima
a las costas vietnamitas desde las Islas Filipinas,
que no eran una colonia, y que tanto su territorio
como los fi lipinos eran tan españoles como Ara-gón
y los aragoneses.
España acababa de terminar la primera Gue-rra
Carlista, el Gobierno de la Unión Liberal presi-dido
por Leopoldo O’Donnell comenzaba un pe-riodo
de estabilidad con una buena reactivación
económica y una apertura de relaciones interna-cionales.
Para potenciar estas relaciones el go-bierno
español accede al apoyo solicitado por
Francia pero lo hace sin fi rmar ningún tratado ni
pedir contraprestaciones. Simplemente, se ponen
unas tropas bajo el mando francés, cediendo la
más completa libertad de acción sin pedir nada
a cambio, a pesar de aportar aproximadamen-te
el mismo número de efectivos, y de la opinión
contraria de los miembros de la oposición y de los
Capitanes Generales de Filipinas, que bastante
tenían con mantener la paz y el orden en el archi-piélago.
Pensemos que Filipinas está compuesta
por más de siete mil islas sobre una superfi cie si-milar
a la España peninsular. Perder esa fuerza
naval y militar en la región afectaba de manera
importante al mantenimiento de la seguridad en
el archipiélago.
Participación española
España colaboró con 1.645 hombres y envió
primero el aviso de vapor Elcano, sustituido por el
vapor de Guerra Don Jorge Juan, junto a las fa-lúas
cañoneras Dolores y Soledad, y varios trans-portes;
buques de poco calado que permitieran
navegar por los ríos de la zona. Posteriormente
también participaron el Velasco, las fragatas
Preciosa, Bella Carmen, Bella Gallega y Encarna-ción,
la corbeta Narváez y las goletas Constancia
y Circe, un regimiento de infantería, dos compa-ñías
de Cazadores, tres secciones de artillería y
fuerza auxiliar. La expedición española se unió a
la expedición francesa, compuesta por una fra-gata,
dos corbetas de hélice, cinco cañoneras y
cuatro transportes con tropas.
Los mandos españoles estaban convencidos
de que la mejor estrategia sería realizar una rá-pida
operación naval contra Hué, capital de An-nam,
exigiendo al Emperador una serie de con-diciones.
Pero los franceses no escucharon las
recomendaciones españolas y la Flota conjunta,
comandada por el contraalmirante Rigault de
Genouilly, zarpó de Manila hacia el este a media-dos
de agosto en dirección a la Bahía de Turán,
actual Da Nang.
Abril - 2020 Armas y Cuerpos Nº 143 69