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Foto procedente del Departamento de Comunicación del ET
Un escenario el de Letonia, muy distinto al que
estaban acostumbrados los ejércitos modernos,
que habían desarrollado la mayor parte de sus
operaciones, (confl ictos asimétricos y opera-ciones
de estabilización), en entornos áridos o
semiáridos de Oriente Medio. Se abre entonces
una operación diferente en todos los sentidos, ya
que a priori carece de un adversario como tal, y
que sin embargo, llegado el caso, plantearía a
la OTAN un confl icto de carácter convencional
en un entorno frío, de abundantes nevadas, con
pocas horas de luz en invierno y que ocasiona
numerosas limitaciones logísticas derivadas del
clima y de la falta de experiencia en un terreno
dominado por extensas llanuras y grandes ríos.
La misión eFP tiene como fi nalidad, en primer
lugar, mostrar la unidad y la cohesión de los paí-ses
de la OTAN trabajando como un único y po-deroso
ente militar y, en segundo lugar, refuerza
la estructura militar de los estados bálticos para
evitar cualquier intención de intrusión en su terri-torio
como ocurrió en el caso ucraniano. Dentro
de este escenario, España despliega encuadra-da
en un Battle Group, que con una entidad de
1.150 soldados lidera Canadá y donde también
participan otros países como Albania, Eslovenia,
Eslovaquia, Montenegro, República Checa, Italia
y Polonia.
Esta misión ha supuesto un reto para las Fuer-zas
Armadas de nuestro país con un esfuerzo lo-gístico
considerable al desplegar por primera vez
carros de combate, Leopardo 2E, y vehículos de
combate de infantería, Pizarro. La cohesión de
este conglomerado de naciones se tornaba im-prescindible,
en un momento en el que la Alianza
Atlántica necesitaba dar una imagen de enten-dimiento
entre los distintos países miembros, así
como de credibilidad de la defensa colectiva
común.
El idioma inglés es el nexo de unión en esta
particular misión que aglutina los distintos ejérci-tos
bajo un mando y control común. Se entiende
entonces la necesidad imperiosa de los cuadros
de mando de dominar este idioma y la insisten-cia,
en esta línea, de nuestros profesores, en los
años pasados en la General, pues es condición
imprescindible para aunar tan diverso grupo mul-tinacional.
Tras haber transcurrido los cuatro primeros
años de mi carrera militar profesional, sentía, pese
a haber disfrutado al extremo del ejercicio del
mando, la necesidad de participar en un desplie-gue
internacional que me permitiera cerrar este
capítulo antes del ascenso. Todos los que nos en-contramos
unidos por la vocación de servicio a
las Fuerzas Armadas, tenemos el deseo interno y
el entusiasmo, que no ambición, de desplegar en
algún teatro de operaciones y poder cumplir con
lo que se espera de nosotros.
Siempre he tenido la certeza de que debemos
devolver a la sociedad todo lo que ésta ha inver-tido
en nuestra formación como militares profe-sionales.
Así que sin dejar de lado la preparación,
cometido principal en tiempo de paz, sentía el
deseo de cumplir lo que se espera de nosotros
allá donde sea necesario y de continuar con la
merecida impresión de profesionalidad de la que
los militares españoles se han hecho acreedores,
desde que nos implicamos en la primera opera-ción
hace ya un buen número de años.
La oportunidad de desplegar en una misión
de estas características, donde el personal parti-cipante
era seleccionado por sus conocimientos,
preparación y especial idoneidad, me ayudó a
soterrar el deseo entendible de desplegar en un
puesto táctico acorde a mi formación como Za-pador,
y esto me llevó a que el puesto a ocupar
durante la misión se encontrara integrado en un
76 Armas y Cuerpos Nº 143 ISSN 2445-0359