Bomba atómica Little Boy. Fuente: Wikipedia Commons
El dilema de los derrotados
El emperador japonés Hirohito, llegado un
punto, empezó a perder el apoyo de su pueblo.
Pese a ello, de acuerdo con la fi losofía nipona, su
ejército le era fi el hasta la muerte. A cambio, los
japoneses se encontraban divididos entre aque-llos
que buscaban poner fi n a la guerra y quienes
no querían aceptar la rendición. La idea que im-peraba
en las mentes de aquellos dispuestos a lu-char
era que si conseguían causarles las sufi cien-tes
bajas a los americanos sin rendirse obtendrían
unas mejores condiciones de rendición, unas que
el emperador aceptaría.
Sin embargo, los japoneses no podían imagi-nar
el poder del arma que su enemigo iba a
utilizar. El lanzamiento de Little Boy sobre Hiroshi-ma
cambiaría por completo la concepción de
la guerra en todo el mundo. No era como un
bombardeo de cientos de aviones como los que
asolaron Dresde o Tokio. Un avión, una bomba,
una ciudad. El 6 de agosto de 1945, 43 segundos
después de que Little Boy fuera lanzada desde el
Enola Gay5 el mundo cambiaría por completo y
las armas nucleares pasarían a ser una pieza fun-damental
del equilibrio del poder mundial.
Resulta curioso cómo, pese a haber decidido
tras muchísima deliberación el lanzamiento de
bombas atómicas en Japón, no se informó a las
tripulaciones de los aviones que acompañaron
al Enola Gay, ni a la del mismo avión, de la na-turaleza
ni del poder destructivo de esa bomba
que llevaban. Se les dijo que su misión acortaría
la guerra por lo menos seis meses. Se les dijo que
salvarían vidas, pero no cuántas quitarían aquella
mañana. Parte de los pilotos y tripulantes de la
misión que partió hacia Hiroshima, llamada la Mi-sión
Nº 13, tuvieron graves secuelas psicológicas.
El resultado fue innegable. Little Boy fue la
demostración de lo que es capaz la ciencia
si se pone al servicio de la destrucción. Los tes-tigos
de la explosión dicen que fue como si por
un momento el sol estuviera en medio de Hiroshi-ma,
quemando y destruyendo todo a su paso.
Aquellos que estaban a menos de un kilómetro
del centro de la detonación quedaron comple-tamente
calcinados, reducidos a polvo y cenizas.
Tres días después fue el turno de Nagasaki y el 15
de agosto Japón anunciaba su rendición incon-dicional.
Es imposible colocarse por completo en la
situación de la época, pero viéndolo en retros-pectiva
no hay manera de explicar cómo una
demostración de fuerza justifi ca semejante des-trucción.
La bomba y la Guerra Fría en ciernes
Tras el lanzamiento de las bombas atómicas,
Oppenheimer hizo una advertencia: “If atomic
bombs are to be added as new weapons to the
arsenals of a warring world … mankind will curse
the names of Los Alamos and of Hiroshima” “Si las
bombas atómicas son añadidas como nuevas ar-mas
a los arsenales de un mundo en guerra ... la
humanidad maldecirá los nombres de Los Álamos
e Hiroshima”.
Los años posteriores al fi n de la SGM vinieron
marcados por una enorme competencia en
cuanto a materia nuclear, lo cual sería el princi-pal
factor durante la Guerra Fría. El deseo de la
URSS de estar a la altura de EE.UU. armamentís-
Abril - 2020 Armas y Cuerpos Nº 143 89