Toma de Saigón
campaña. Las bajas de no combate, fundamen-talmente
lo fueron por disentería (diarreas), infec-ción
de heridas en piernas producidas por la ve-getación
(úlceras tórpidas), fi ebres intermitentes
(malaria) y cólera.
Según el informe del cirujano jefe, la mortali-dad
por enfermedad fue del 3,7 % y por acciones
de guerra “tan solo el 8 % de los ingresados”.
Toma de Saigón
Como la ruta hacia el norte parecía una misión
imposible y se temía que los ingleses aprovecha-ran
la situación para apoderarse de Cochinchina
por ser región estratégica en las comunicaciones
con China desde el rio Me-Gong, el comandante
francés decidió dirigirse hacia el sur para tomar
Saigón, la antigua capital del reino de Cochin-china,
quedando en Turán el grueso del cuerpo
expedicionario.
En febrero, una fl ota de ocho buques con 400
españoles al mando, éstos del teniente coronel
Palanca y 400 franceses, partieron hacia Saigón.
Próximos al delta del Mecong remontaron el río
Saigón con tres cañoneras, dos corbetas y nues-tro
vapor Elcano con dos compañías españolas.
Durante su paso, los barcos franceses y españo-les
fueron destruyendo los fuertes que se encon-traban
a las orillas y cada noche anclaban en el
río. En ocasiones el canal era tan estrecho que,
según decían, el almirante francés gritaba las
órdenes a los capitanes de los otros barcos des-de
el puente de su corbeta. En la mañana del
17 de febrero, la fl otilla aliada abrió fuego con-tra
la fortaleza Cochinchina, y las compañías de
desembarco asaltaron la ciudadela de Saigón
provocando la retirada vietnamita. Como la ciu-dadela
de Saigón era tan grande y los aliados no
tenían sufi cientes hombres para darle seguridad,
decidieron destruirla.
El mantenimiento de un perímetro de seguri-dad
era muy complicado. Los cochinchinos cons-truían
nuevas fortifi caciones al oeste de la ciudad,
lo que obligaba a los aliados a lanzar continuos
ataques sorpresa, pero uno de ellos ocasionó 14
muertos y 31 heridos de un total de 800 hombres,
lo que les obligó a paralizar los ataques y a reti-rarse
de nuevo al Fuerte del Sur. Las fuerzas en
Saigón eran demasiado pequeñas para salir de
sus posiciones defensivas, al igual que les estaba
ocurriendo a la guarnición en Turán que también
había sido sitiada por los vietnamitas.
Órdenes de vuelta a Manila
La apertura de los dos frentes hacía necesario
el envío de refuerzos, pero no llegarían. Francia
dejó de enviar ayuda y ordenó a su almirante
que gestionase una paz ventajosa para Francia.
Para que los españoles no tuvieran ningún be-nefi
cio en la tregua les comunicaron que ya no
era necesaria su presencia en Turán.
El gobierno español se enteró de la noticia de
manera indirecta, y de nuevo no intervino.
En medio de esta inoperancia generalizada,
en marzo de 1860 nuestros hombres comenzaron
a llegar a Manila. Del estado de ánimo con el
que los españoles apostados en Turán recibieron
la noticia es muestra la carta que escribió el mili-tar
español Mariano de Oscáriz: “Preciso es con-fesar
que los franceses nos han cogido comple-tamente
de primos en esta ocasión, explotando
72 Armas y Cuerpos Nº 143 ISSN 2445-0359