DEL GRITO DE DOLORES AL PLAN DE IGUALA... 137
debemos considerar a los que proporciona Amarillas como simplemente indicativos,
si bien son sin duda los más exactos de que disponemos.
Según su informe ante las Cortes en julio de 182013 las fuerzas que
sostienen la contienda en Nueva España están formadas por unos 8.500
hombres de las tropas expedicionarias –probablemente alrededor de la mitad
son efectivamente españoles peninsulares, aunque Julio Albi piensa en
una cifra inferior– ; 10.600 de las fuerzas veteranas del virreinato, 22.000 en
las unidades de la milicia provincial y 44.000 en la milicia urbana; de éstos
casi la mitad, 19.000, en fuerzas montadas, y 1.700 de artillería.
Más de la mitad de los componentes de las fuerzas inicialmente peninsulares
no están por tanto en servicio en el momento a que nos referimos.
No podremos seguramente saber con exactitud qué cifra corresponde a los
que resultaron bajas definitivas en combate, desertores, licenciados –seguramente
de éstos hubo buen número entre los componentes de las unidades
que llegaron en los primeros años de la campaña– o bien, casos poco numerosos,
transferidos a unidades autóctonas –veteranas o de milicia– o a otros
puntos de la América española.
Las consecuencias de la revolución de Riego en la Península y de los
proyectos del nuevo gobierno liberal –y sobre todo los que se le atribuyen o
se le considera capaz de realizar en futuro inmediato– se van a hacer notar
prontamente. En un primer momento el virrey Apodaca trata de ganar tiempo
y no proclama la Constitución hasta finales de mayo.
Sin embargo, tras llevar a cabo esa proclamación, se ve en la precisión
de implementar los nuevos decretos de la Metrópoli, así como la liberación
de los detenidos y deportados políticos; y algo probablemente más
importante, el restablecimiento de la libertad de imprenta, que dará extensivas
posibilidades a tendencias separatistas o liberales autóctonas, adeptas a
la independencia en alguna de sus formas.
Otra consecuencia de gran alcance va a ser la virtual disolución de las
milicias urbanas, como sabemos un contingente numéricamente importante
de las fuerzas armadas. Casi completamente disueltas en pocos meses, su
desaparición supondrá una merma de efectivos para los realistas y sobre
todo un motivo de desafección de sus componentes.
Por su parte el clero advierte una amenaza contra su status y enseguida
adopta un posicionamiento contra la nueva situación.
Concesiones –o proyectos– todas ellas que tampoco ganarán la adhesión,
siquiera pasiva, de los adeptos de las primeras insurrecciones, que
como es natural consideran completamente insatisfactorias esas concesiones
y persisten en buscar la independencia del territorio
13 Marqués de las Amarillas, Exposición del estado actual del Ejército español. Madrid, 1820.
Revista de Historia Militar, II extraordinario de 2021, pp. 137-148. ISSN: 0482-5748