24 ENRIQUE MARTÍNEZ RUIZ
Las negociaciones relativas al tratado de Valençay, firmado el 11 de
diciembre de 1813 entre Napoleón y Fernando VII (contraviniendo lo estipulado
en el tratado hispano inglés de 14 de enero de 1809, por el que no
podían los firmantes hacer la paz por separado) y la crisis política que se
desencadenó en 1814 con la vuelta del rey son procesos simultáneos a la
fase final del imperio napoleónico, un periodo de intensa actividad diplomática,
de donde saldrá la futura ordenación política europea. Derrotado
Napoleón, un congreso se reunió en Viena en 1814 para llevar a cabo el reajuste
territorial del continente; las principales potencias allí presentes fueron
Rusia con su zar Alejandro I, Austria representada por su canciller Metternich,
Prusia con Humbolt y Gran Bretaña con Castlereagh, su ministro de
Asuntos Exteriores; concurrieron las otras naciones alineadas contra Napoleón
y la Francia revolucionaria, España18, Portugal, Holanda y Suecia, pero
solo fueron invitadas a la firma del tratado que habían acordado las cuatro
grandes con Francia el 30 de mayo de 1814, del que desconocían la parte
secreta. La pretensión de restablecer el Antiguo Régimen suponía tener en
cuenta el legitimismo dinástico, lo que le permitió a Talleyrand reponer a
los Borbones en Francia, en la persona de Luis XVIII. El establecimiento
de un régimen internacional de garantías políticas se fue elaborando a lo
largo de 1815 y cristalizó en la formación de una especie de pacto místico,
la Santa Alianza, a propuesta del zar, influido por la baronesa von Krudener.
En principio, la propuesta zarista no fue tomada muy en serio; Metternich
se refirió a ella como una «declaración de un vacío sonoro»; más duro fue
Castlereagh, al considerarla un «ejemplo sublime de misticismo e insensatez
». Pero el pacto fue suscrito el 26 de septiembre por todas las potencias,
salvo Turquía, el Vaticano e Inglaterra; tenía por objeto darse ayuda mutua
entre los monarcas cristianos para mantener «los preceptos de justicia, caridad
y paz», así como «ayudarse y socorrerse en cualquier ocasión y lugar»
18 Para la posición española en el congreso de Viena y su «degradación internacional», es
decir su pérdida de la condición de gran potencia, se puede acudir aún a Villaurrutia,
Marqués de: España en el Congreso de Viena según la correspondencia de D. Pedro
Gómez Labrador, marques de Labrador. Revista de archivos, bibliotecas y museos,
Madrid, 1907, reeditado en 1928 y a Bécker, Jerónimo: Historia de las relaciones exteriores
de España durante el siglo XIX (Apuntes para una historia diplomática). 2
vols. Madrid, 1924; t. I (1800-1839), págs. 319-333. La obra ha sido reeditada, Analecta,
Ediciones y Libros, Madrid, 2006. Más recientemente, Jover Zamora, José María:
«España en la transición del siglo XVIII al XIX», en Guerra y paz en tiempos de revolución,
1793-1830, introducción al t. IX de la Historia del Mundo Moderno, Barcelona,
1972, págs. V-LXXXII. Incorporado a su obra Política, diplomacia y humanismo
popular. Turner, Madrid, 1976, págs. 139-227 y Brennecke, Christiana: ¿De ejemplo
a «mancha» de Europa? La Guerra de la Independencia española y sus efectos sobre
la imagen oficial de España durante el Congreso de Viena (1814-1815). CSIC-Doce
Calles, Madrid, 2010.
Revista de Historia Militar, II extraordinario de 2021, pp. 24-50. ISSN: 0482-5748