EL EJÉRCITO ESPAÑOL EN LA EMANCIPACIÓN AMERICANA... 23
en las de enero de 1816 y septiembre de 1818, los nuevos ministros superan
en número a los que mantienen sus carteras. Otra circunstancia a destacar
es la existencia de frecuentes periodos de interinidad, pues a lo largo del
Sexenio Absolutista, todos los ministerios, menos el de Guerra, estuvieron
más de un año ocupados interinamente15.
Semejante panorama gubernamental plantea la cuestión relativa a la
posible participación en los relevos ministeriales del grupo próximo al rey
denominado la camarilla por el lugar donde se reunían, la antecámara real,
de cuya existencia no hay duda16, pero otra cosa es poder determinar su verdadera
influencia política. En su lugar de reunión –con el rey o en ausencia
de este, pero con su anuencia–, conocían los asuntos que con una noche
de antelación presentaban los ministros al monarca, quien podía requerir
–como lo hacía– a los componentes de ese «gabinete oficioso» información
u opinión al respecto17.
15 «…índole personalista con que ejercía el monarca su autoridad. La ignorancia de sus
movimientos en la elección y revocación de ministros, así como la carencia de programas
de acción política que la mayor parte de ellos pondrá de manifiesto en su gestión,
nos hace pensar que la fidelidad personal en unos casos –Eguía, Lozano de Torres, Macanaz–
y la competencia técnica en otros –Garay, Ballesteros, León y Pizarro–, son los
factores que determinan la voluntad del monarca, movida de manera indudable por un
grupo de consejeros personales.
Las crisis reflejan, en buen número de casos, auténticas pérdidas del favor personal de
Fernando VII, a las que acompañan, incluso, sanciones más o menos graves. Macanaz
y Vallejo pasarán del poder a la cárcel, García de León y Pizarro, Garay y Vázquez Figueroa
se encontrarán en plana noche con una orden de destierro que habrán de cumplir
antes del amanecer. El duque de San Carlos fue exonerado… por… cortedad de vista».
Ibidem, pág. 559.
16 Son numerosas las referencias a la participación de los miembros de la camarilla en la
intriga política cortesana y su influencia en la caída o encumbramiento de algunos ministros.
Nos limitaremos a citar algunas de tales referencias: Villa-Urrutia, Marqués de:
Fernando VII, rey constitucional, Beltrán, Madrid, 1925, pág. 157; Rico y Amat, Juan:
Historia política y parlamentaria de España. 3 vols., Escuelas Pías, Madrid, 1981-1982,
t. I, págs. 493-494; Pintos Vieitez, María del Carmen: La política de Fernando VII entre
1814 y 1820. Estudio General de Navarra, Pamplona, 1958, pág. 155.
17 «Componíase en un principio –a medida que iban cayendo en desgracia surgían nuevos
aspirantes a la sucesión– de, por citar los más conocidos, Pedro Gravina, nuncio del Papa,
«un corazón de tigre, audacia y mucho tacto en la intriga»; Blas de Ostolaza, confesor del
Infante Don Carlos, hombre notable por sus costumbres inmorales, hipocresía y adulación;
Francisco de Córdoba, encumbrado desde modesto guardia de corps, en cuatro años,
al ducado de Alagón; el citado Antonio Ugarte, quien partiendo de la humilde ocupación
de esportillero se aupó a los salones de palacio. Y… Pedro Collado, llamado «Chamorro
»: de aguador de la… fuente del Berro, ingresó en la servidumbre de Fernando cuando
era todavía Príncipe. El marqués de Villa-Urrutia escribe sobre él: «De tal suerte dependía
el rey de sus habilidades y gracias que no podía vivir sin su compañía». La obra de referencia
del marqués, Recuerdos de la vida y reinado de Fernando VII, 3 vols., Imprenta
Repulles, Madrid, s/a., t. I, pág. 64. La cita, en Alemparte Guerrero, Antonio: La escuadra
rusa vendida por Alejandro I a Fernando VII en 1817. Cuadernos Monográficos del Instituto
de Historia y Cultura Naval, nº 36, Madrid, 2001, págs. 37-38.
Revista de Historia Militar, II extraordinario de 2021, pp. 23-50. ISSN: 0482-5748