DEL GRITO DE DOLORES AL PLAN DE IGUALA... 145
Hasta octubre de 1822 se vive una etapa de relativa coexistencia pacífica;
se hace cargo del mando de la fortaleza el brigadier Lemaur, al que
Madrid nombra gobernador de Nueva España, si bien como sabemos su
autoridad es desconocida en el resto del territorio. Sin embargo dadas las
especiales circunstancias políticas en que se ha llegado a la independencia
de éste, la mera presencia de una fuerza que responde a la Metrópoli en un
punto estratégico de la importancia de Veracruz hace que gravite de una
forma incomodísima sobre los gobernantes y la política del nuevo estado.
Un buen ejemplo de esta situación es la, sin duda calculada, liberación
por las autoridades realistas de un ilustre prisionero en la fortaleza: fray Servando
Teresa de Mier, que se convertirá en uno de los doctrinarios del liberalismo
mejicano y bajo cuya inspiración pronto tendrá lugar el movimiento que
derribe al casi recién proclamado emperador Iturbide. A lo que sigue, como
cabría suponer, además de la formal separación de la América central, la virtual
disolución del estado unitario mejicano en una yuxtaposición de poderes
provinciales, e incluso locales, en perpetua revolución y conflicto civil.
Durante meses se mantendrá una difícil coexistencia entre la fortaleza
–todavía no formalmente sitiada– y los independentistas de la ciudad,
con frecuentes etapas de negociaciones, que pronto derivan en el habitual
diálogo de sordos a que dan lugar las posiciones virtualmente inconciliables
de los interlocutores; mientras la guarnición es abastecida desde Cuba, por
la escuadra española que manda Laborde y que igualmente opera contra los
corsarios enemigos en el área, y en las costas, ahora enemigas de Venezuela
y Nueva Granada; también se practica un comercio –oficialmente– clandestino
con las zonas continentales próximas.
En octubre de 1822 las fuerzas de la guarnición dan por rotas las negociaciones
y bloquean la entrada del puerto, mientras bombardean repetidamente
la ciudad. Siguen a ésto durante los dos años siguientes épocas alternativas
de relativa paz y de hostilidad uni o bilateral: bombardeos de la ciudad y
endurecimiento de las medidas de bloqueo del fuerte, respectivamente.
A principios de 1825 su comandante, Lemaur es sustituido por el brigadier
Coppinger, que será su último defensor; efectivamente en septiembre
de ese mismo año la flotilla española, debido a un huracán que azota el Caribe,
fracasa en una expedición para aprovisionar la fortaleza y relevar al contingente
–con fuerzas del regimiento de la Habana–. Ello hace que pronto
su situación sea insostenible y en noviembre se negocia la capitulación; los
últimos componentes de la guarnición regresan a Cuba18. Tanto Coppinger
como varios de sus oficiales y soldados recibirán la Orden de San Fernando.
18 Delfina Fernández Pascua, Últimos reductos españoles en América. Madrid, 1992.
Revista de Historia Militar, II extraordinario de 2021, pp. 145-148. ISSN: 0482-5748