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para sostenerla».16 Esta situación se dio cuando Monet y su ejército abandonaron
el Callao. Rodil hace un recuento de las fuerzas con las que cuenta,
y de las condiciones de vida en las fortalezas, tal y como están después de
varias ocupaciones por parte de los realistas y de los independentistas17. Las
descripciones que realiza de la situación que se encontró a su llegada al Callao
no hacen sino hacer aún más asombrosa la resistencia que comenzaba en
aquellos momentos y que se mantendría hasta enero de 182618.
En su escrito hace un recuento de las fuerzas con las que debía contar
esa plaza en circunstancias normales, como defensa (3.200 hombres, de
ellos 700 artilleros, 2.000 de infantería, 200 de caballería y 300 facultativos).
Sin embargo, él contaba tan solo con 88 artilleros, 1109 infantes en
dos cuerpos «que no vinieron ni a media dotación de oficiales», y noventa
hombres de caballería. Además, sin víveres apenas para dos meses, y con
una tesorería bajo mínimos. Y con 9.000 personas que defender y mantener
con vida dentro de las fortalezas.19
A este respecto, Cornelio Espinoza ha señalado el interés por conocer
a la población civil que buscó abrigo en las fortalezas. Señala nombres tan
relevantes como el marqués de torre Tagle, el conde de San Juan de Lurigancho
y su hermano Diego de Aliaga, Juan de Berindoaga, y otros tantos
apellidos de la élite limeña20.
Por tanto, es muy consciente de que no podrá resistir si no es por la
llegada de un auxilio que complete tan paupérrimos medios. De hecho, en otro
lugar de su Memoria cuenta que, a la vista de esta realidad, solicitó reiteradamente
su relevo21. Pero a la vez, cuando tiene claro que tal relevo no se iba a
producir, empeñará todas sus fuerzas en defender lo que se le ha encomendado,
Se dispone a prepararse para un largo asedio: fortifica la plaza, guarnece
de artillería los castillos, establece orden y disciplina entre todos lo que
se acogieron a la bandera de España.
16 Rodil, José Ramón: op. cit., pág. 8
17 Ibídem: «El tamaño, planta de fortificación, y el terreno en que está construida, permitirían
colocarla entre las de segundo orden: pero en realidad nunca tuvo ni tiene las obras
necesarias o constitutivas de esta escala: no estaba artillada, no ofrecía a la vista otra
cosa que un sepulcro por la insalubridad en que la había puesto en un temperamento muy
cálido y muy húmedo, el abandono imponderable de los enemigos y la inmundicia de
todo género pestífero que sobreabundaba».
18 Ibídem.
19 Ibídem.
20 Espinoza, Cornelio: Los últimos defensores del rey en el Perú. Ramón Rodil y las élites
limeñas en Lima y Callao durante las guerras de independencia (1824-1826) PUCP.
Lima, 2015, pág. 137
21 Cornelio Espinoza señala, entre otras causas para la petición de relevo por parte de Rodil,
el deterioro de las relaciones entre este y Canterac.
Revista de Historia Militar, II extraordinario de 2021, pp. 204-216. ISSN: 0482-5748