180 JOSÉ SEMPRÚN BULLÓN
La flota del virreinato está formada por tres fragatas, tres corbetas y
cuatro bergantines como unidades principales, que patrullan la costa y combaten
a los corsarios enemigos, aunque no efectuarán tentativa alguna contra
la «expedición libertadora».
Son pues fuerzas importantes pero no tanto como para combatir con
decisiva eficacia al grueso de las enemigas, que pueden desembarcar fácilmente
en cualquier punto de su elección, obteniendo, al menos temporalmente,
la superioridad local correspondiente
A ello hay que añadir las dificultades de orden interno en el territorio,
y las disidencias en el seno del propio bando realista, derivadas de la nueva
situación política
Debido a todo ello las fuerzas virreinales dan muestra de una acusada
pasividad y falta de reflejos. Y en las semanas siguientes una sucesión de
contratiempos y pequeños desastres se abate sobre ellas.
Columnas móviles enemigas llevan a cabo varias incursiones por la
zona de la Sierra, derrotando a sus oponentes, mientras su ejército principal
consolida sus posiciones de la costa.
Además, en esas semanas pasan a la disidencia las provincias del
Norte –y las fuerzas situadas en ellas– con Trujillo como ciudad principal.
Con ello se pierde el contacto terrestre con las zonas todavía realistas de la
Audiencia de Quito y el Meridión neogranadino, donde a pesar de la derrota
de Boyacá frente a Bolívar un año antes, las fuerzas reales han logrado una
apreciable recuperación desde sus bases de Pasto y Popayán.
Poco después, en diciembre, Guayaquil se suma al bando rebelde,
privando a la Armada del único arsenal disponible en el Pacífico
Por si fuera poco, el batallón de infantería de Numancia, enviado por Morillo
desde Venezuela, pasa a los independentistas con casi todos sus efectivos.
Por su parte Cochrane prosigue su campaña de bloqueo y se apodera
en el mismo puerto de El Callao, por un audaz golpe de mano, de la fragata
«Esmeralda». Ello ejerce el correspondiente efecto moral, que se agrega a
los claros síntomas del cambio en la postura política predominante; muchos
de los hasta ahora decididos realistas aparecen cada vez más desmoralizados
y desmotivados.
En obligada consecuencia se extiende entre sus mandos una creciente
actitud de oposición al virrey, al que se acusa de falta de iniciativa frente
a las fuerzas enemigas. Y pocas semanas después, en enero de 1821, tiene
lugar el que será conocido como «pronunciamiento de Aznapuquio», protagonizado
por parte de los principales jefes de su ejército: La Serna, Valdés,
García Camba, Canterac, Ferraz... Imposibilitado de ofrecer resistencia, el
virrey es depuesto y poco más tarde enviado a España.
Revista de Historia Militar, II extraordinario de 2021, pp. 180-184. ISSN: 0482-5748