MÉXICO, ENTRE LA INDEPENDENCIA Y LA NUEVA DEPENDENCIA 81
mantuvo estrechos contactos con los conservadores mexicanos, a los que Pacheco
llamaba el «partido español», que le instaban a emprender una acción
a la mayor brevedad y a desalojar a Juárez del poder.
Al fin, el 31 de octubre de 1861, se firmó el acuerdo entre Francia,
España y el Reino Unido para llevar a cabo una intervención conjunta en
tierras mexicanas. La Convención de Londres dio paso a la acción conjunta
limitada a los intereses propuestos por los británicos. España intentaría
aprovechar la unión con Francia y el Reino Unido para afianzar su influencia
en México y, como decíamos, cobrarse viejas deudas. Pero aunque la participación
de nuestras tropas acabaría contando con el respaldo prácticamente
general de las fuerzas políticas, en un principio los demócratas y los republicanos
se opusieron, y tanto los unionistas, los progresistas, los moderados,
los republicanos, los carlistas… tenían posiciones muy diferentes respecto a
cuál debía ser el futuro político de México.
Revista de Historia Militar, II extraordinario de 2021, pp. 81-82. ISSN: 0482-5748
Conclusiones
Según la RAE, la independencia vendría a ser, especialmente, la de
un estado que no es tributario ni depende de otro. México de modo simultáneo
a su declaración de independencia más rotunda que nunca (Artº 1,
Constitución de 1824) pasó, desde el bienio 1824-1825, a ser tributario del
capital extranjero, hipotecando gran parte de su soberanía real; no solo por
su dependencia respecto a la deuda pública externa, sino por el hecho de
que, tras las entidades privadas que concedían los préstamos aparecía unidos
a ellas, en cuanto surgía algún incumplimiento, los estados donde radicaban,
capaces de imponer por la fuerza los intereses de los prestamistas. El caso de
los Rothschild y su vinculación con Francia resulta paradigmático. Pero no
fue el único. Algo parecido sucedió con los acreedores ingleses, españoles
o norteamericanos.