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y después fue un escuadrón... dosier 185
Entrados en los años sesenta del siglo pasado, el escuadrón
paracaidista vive una época de apogeo que supone
un mayor perfeccionamiento y profesionalidad. Los oficiales
y suboficiales de la unidad que son destinados a otras
unidades del Ejército del Aire son considerados muy capacitados
profesionalmente y bien recibidos por sus jefes,
por donde quiera que fueran, voluntarios o forzosos, dado
que su preparación técnica y humana eran incuestionables.
Otro dato destacado que denota la importancia que se
da a la preparación de los componentes del Escuadrón es
la elección de personal del Escuadrón Paracaidista para
formar las patrullas de rescate de superficie del recién
creado Servicio de Búsqueda y Salvamento. Fueron pioneras
en actuar para hacer frente a catástrofes aéreas en superficies
montañosas, no solo por su condición de cazador
paracaidista sino también por su exigente entrenamiento,
y los numerosos cursos realizados necesarios para desempeñar
su labor en el Escuadrón como transmisiones, escalada,
rappel, esquí, primeros auxilios, educación física, etc.
De cualquier forma, la unidad estaba en la cuerda floja
desde la creación de los paracaidistas del Ejército de
Tierra en enero de 1954, ya que se levantaban voces que
cuestionaban su necesidad en el Ejército del Aire. Se hacía
evidente que la continuidad de la unidad pasaba por señalar
a los paracaidistas del Ejército del Aire unas misiones
específicas, bien definidas y diferenciadas. A esta cuestión
vino a unirse la destacada actuación en la campaña
Ifni-Sahara del 57-58, bautismo de fuego de la unidad en
que se llevan a cabo los primeros lanzamientos en zona
de operaciones, así como la información que se recibía de
revista de aeronáutica y astronáutica / marzo 2022
otras fuerzas aéreas que reservaban para sus paracaidistas
misiones especiales, como los Comandos de l’Armée de
l’Air franceses o Special Air Services de la Royal Air Force.
A pesar de todo, el 9 de septiembre de 1965 se produce
la disolución del Escuadrón, quedando únicamente
una escuadrilla, llamada de Zapadores, al mando de un
capitán, con un total de 108 paracaidistas que pasan destinados
a la base aérea de Alcantarilla con el equipo, armamento,
material, paracaídas y documentación.
Con ello se da por finalizada la historia de superación,
esfuerzo, y lucha constante por crear de la nada a una unidad
paracaidista que pasaría a la historia del Ejército del
Aire conocida como «la bandera», que con el tiempo ha
sido capaz de encontrar sus cometidos y aportar unas capacidades
esenciales para el cumplimiento de la misión
del Ejército del Aire. El EZAPAC, hoy nuevamente Escuadrón,
surge como un brote nuevo del disuelto Escuadrón
y ha sido la unidad dignísima heredera de aquellos viejos
paracaidistas de los que tomaron el testigo del valor, disponibilidad
y lema «Solo merece vivir quien por un noble
ideal está dispuesto a morir». n
BIBLIOGRAFÍA
– Bourdón García, Carlos. La Primera Bandera y el Primer Escuadrón
Paracaidista de Ejército del Aire 1947-1963. 2013.
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de Defensa, 2014.
– Gómez Muñoz, Mariano. «Memoria de la Primera Bandera
Paracaidista». Revista Aeroplano n.º 16. 1998, 103-128.
– Aguilar Hornos, Jaime. «Ramón Salas Larrazábal». Revista
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