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revista de aeronáutica y astronáutica / marzo 2022
214 la OTAN de Madrid
la NATO Force Structure. En efecto,
el diseño de la actual Estructura de
Fuerza de la OTAN también proviene
de Lisboa 2010. En aquella ocasión
los aliados decidieron simplificar
la estructura de fuerza para hacerla
más flexible, eficaz, ágil y asequible.
No obstante, tras la Cumbre de
Lisboa se han adoptado otras decisiones,
como la NATO Readiness
Initiative, para mejorar tanto la preparación
de la fuerza como su estado
de alistamiento. De hecho, en los
últimos años la Alianza ha triplicado
el tamaño de la fuerza de respuesta
de la OTAN. Además, también
se han desplegado cuatro grupos
de combate multinacionales en los
países bálticos y en Polonia y se ha
aumentado la presencia en la región
del Mar Negro. En cualquier caso, los
aliados ya han iniciado el proceso
para volver a revisar en profundidad
el modelo de fuerza aliada, algo que
sin duda también quedará reflejado
en el concepto estratégico que salga
de Madrid.
Pero, como señala el propio secretario
general, sin resiliencia no hay
disuasión ni defensa aunque se tengan
unas fuerzas fuertes. Por tanto,
reforzar la resiliencia también es fundamental
para proteger el territorio y
las poblaciones de los países aliados
de cualquier tipo de amenaza. De
ahí que el desarrollo de capacidades
militares necesario para garantizar la
defensa colectiva de los aliados requiere
la complementariedad de las
capacidades civiles para reducir las
vulnerabilidades a las que pueden
verse sometidas nuestras sociedades,
tanto en tiempo de paz como
en situaciones de conflicto armado.
En este sentido, puede decirse
que la complementariedad civil-militar
es bidireccional. Por un lado,
las capacidades militares dependen
con frecuencia del apoyo del sector
civil, especialmente cuando han de
ser desplegadas en situaciones de
crisis. Por ejemplo, la OTAN estima
que el 90 % del transporte militar requerido
para llevar a cabo operaciones
militares de gran envergadura ha
de ser contratado a empresas privadas;
o que más del 30 % de las comunicaciones
por satélite utilizadas con
fines de defensa son proporcionadas
por el sector privado5.
Por otro lado, numerosas situaciones
de crisis exigen la utilización de la
fuerza militar en apoyo de las autoridades
civiles. Lamentablemente, los
últimos años y meses han sido pródigos
en la implicación de las Fuerzas
Armadas en este tipo de situaciones.
Grandes nevadas, erupciones volcánicas
o la propia pandemia han
requerido la implicación de nuestros
militares y sus medios. Es precisamente
en este terreno donde
nuestro país ha desarrollado una experiencia
y unas capacidades que lo
hacen situarse a la vanguardia de los
países aliados.
Son muchos los ejemplos que pueden
ponerse para ilustrar las aportaciones
que las Fuerzas Armadas
españolas realizan para aumentar la
resiliencia de nuestro país a través
de acciones que inciden directamente
en la seguridad humana. Uno de
los episodios más recientes, en los
que España ha vuelto a ser pionera,
es el empleo de militares para administrar
vacunas de la COVID-19. Pero
sin duda es la propia existencia de
la Unidad Militar de Emergencias el
ejemplo que mejor ilustra el gran desarrollo
de las capacidades que las
Fuerzas Armadas españolas pueden
aportar al Sistema Nacional de Protección
Civil. Es bien conocido que
El secretario general del la OTAN Jens Stoltenberg