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C-UAS desde la perspectiva civil dosier 283
Los sensores electroópticos/infrarrojos ofrecen buena
capacidad de seguimiento y clasificación/identificación,
pero tienen una capacidad de vigilancia muy
limitada. Sus alcances son relativamente cortos y se ven
agravados por la meteorología adversa y la interferencia
de diversos fenómenos ambientales. En muchos casos
los sistemas EO son esenciales, ya que las reglas de
enfrentamiento requieren que se presente una imagen
al mando previo a iniciar cualquier contramedida, así
como para prever abordar cualquier aspecto legal después
del enfrentamiento.
La operación de derribo y destrucción, aunque resulta
la más evidente, no es la única opción para detener
la acción de este tipo de dispositivos y, en muchas ocasiones,
ni siquiera es la más prioritaria, especialmente
en un entorno civil o asimétrico sensible al daño colateral.
En consecuencia, deben definirse diferentes categorías
revista de aeronáutica y astronáutica / abril 2022
de contramedida. Estas suelen agruparse en
disuasión, disrupción (interrupción o interferencia del
control), captura y destrucción.
La disrupción está orientada a romper o afectar la comunicación
entre el dron y su operador. Sin embargo,
es frecuente encontrar sistemas capaces de navegar de
forma autónoma utilizando rutinas automatizadas. Por
tanto, esta categoría tiene un horizonte de utilización
limitado. La disrupción se basa frecuentemente en la
perturbación, interferencia o manipulación en el espectro
electromagnético. Sin embargo, la interferencia
de señales es una acción destructiva y a menudo con
efectos colaterales. En el caso específico de disrupción
del sistema de navegación por GNSS, el envío de coordenadas
falsas con una señal intencionadamente manipulada
permite infectar al dron con un mapa falso que
le hace seguir una nueva ruta e, incluso, evolucionar
autónomamente hacia una situación de captura
Las acciones de captura suelen ser mecánicas y traumáticas
para el UAS objetivo y suelen estar en el límite
de ser de captura o de destrucción. No obstante, van
orientadas a atrapar al dron sin que se estrelle (un dron
que se estrelle supone una pérdida desde el punto de
vista de inteligencia y un claro peligro para la seguridad).
Las acciones de destrucción pueden comportar tanto
medidas cinéticas como no cinéticas, están orientadas
al derribo e inhabilitación del dron amenazante y representan
el modo más agresivo de detenerlo.
De entre las alternativas cinéticas, las opciones para
atacar a los UAS son dispararles con un misil antiaéreo
(relación coste-beneficio muy desfavorable), munición
convencional (su eficacia depende del impacto
directo), o la munición de ráfaga de aire (programada
para explotar cerca del objetivo). También se encuadra
el uso de drones o enjambres suicidas donde el dron
suicida puede apuntar y destruir las palas del rotor del
objetivo con su propio cuerpo o llevar explosivos.
Las alternativas no cinéticas, tecnológicamente más
avanzadas, se agrupan en las llamadas armas de energía
dirigida. En primer término, encontramos las armas
láser. En su variante de baja y media potencia pueden
utilizarse como contramedidas ópticas para deslumbrar
o destruir los sensores EO. Sin embargo, estas armas
tienen ciertas limitaciones en condiciones meteorológicas
adversas y presentan una rápida degradación de
enfoque según se incrementa la distancia. En cuanto a
las armas de microondas de alta potencia, se utilizan
para inutilizar o destruir la electrónica por generación
de campo eléctrico. Esto puede causar una interrupción
temporal o la destrucción física del UAS. Suelen
ser exigentes en cuanto a tamaño, peso y potencia y
pueden aumentar el riesgo de daño colateral propio. n