![](./pubData/source/images/pages/page79.jpg)
revista de aeronáutica y astronáutica / abril 2022
la transformación digital en el Ejército del Aire 317
tante y que con total seguridad tendrá
mayor influencia en nuestra
capacidad de respuesta ante amenazas
emergentes: nuestra agilidad colectiva
para alcanzar la superioridad
en la información y, por lo tanto, en
el combate4.
Es, por tanto, la superioridad de
la información el propósito del que
antes hablaba, esa referencia intelectual,
conceptual y funcional sobre
la cual la Sección de la Gestión de
la Información y del Conocimiento
(GIC) del Estado Mayor del Aire está
centrando, como órgano responsable
de organizar, planear, dirigir y
controlar la gestión de datos, de la
información y del conocimiento en
el ámbito del EA, así como su transformación
digital en las áreas de productos
de información y de gestión
de procesos5, la estrategia y el diseño
del Plan de Transformación Digital
del Ejército del Aire6, todavía en
elaboración y bajo el paraguas del
Plan de Acción del Ministerio de Defensa
para la transformación digital.
Un objetivo, el de la superioridad
de la información7, que en la batalla
digital se sustenta, entre otras capacidades,
en la ejecución de un eficiente
sistema de mando y control de las
operaciones multidominio y el combate
en la nube, de especial interés e
importancia para el Ejército del Aire
por el efecto que tiene en nuestra
labor de servicio desde el entorno
aire-espacio. Y para ello se requerirá
de una estructura digitalizada y avanzada,
que aproveche la tecnología
5G y la inteligencia artificial; operada
por personal digitalizado, es decir,
educado y entrenado en las nuevas
tecnologías, cuyo talento y creatividad
esté siempre disponible y al
servicio de la misión encomendada;
y con el dato como elemento clave
de todo el sistema, porque del dato
y su gobernanza dependerá nuestra
capacidad de entender qué ocurre
en el campo de batalla y, por tanto,
nuestra agilidad colectiva.
Pero debemos ser realistas y pragmáticos.
Se estima que el 85 % de
las organizaciones a nivel mundial
están inmersas en un proceso de
transformación relacionados con la
tecnología digital; pero gran parte
de los procesos de transformación
fracasan, más de un 60 % de estos
no tienen éxito o no consiguen los
resultados esperados8 debido a que
la mayoría de sus líderes, primero, no
han tenido en cuenta los principios y
las leyes básicas que rigen los procesos
de cambio y suelen confundir el
fin con el medio y, segundo, han preponderado
la tecnología (madura o
no) sobre el propósito (negocio) de
la organización. Los líderes deben,
por tanto, reconocer que el cambio
es una cuestión eminentemente humana,
que debe tener a la persona
en el centro de sus decisiones, porque
la necesidad de cambio ha sido
una constante que ha caracterizado
la evolución del ser humano a lo largo
de su historia y la forma con la
que interactúa con su entorno, que
en el caso de la transformación digital,
no es una estrategia de cambio
novedosa nacida al amparo de la
4IR, ni siquiera es un producto de
marketing concebido por las grandes
consultoras tecnológicas para
pescar en las aguas de la digitalización
y la disrupción tecnológica, sino
que es un «proceso de cambio que
se rige y está afectado por las leyes
clásicas del cambio», como son la ley
del sentido de urgencia que lo justifique,
la ley del grupo catalizador que
lo impulse, y la ley, si se quiere la más
importante, de la visión, aquella que
exige desarrollar una imagen futura,
clara, concisa, escueta y sencilla de
comunicar de hacia donde se encamina
la organización9. Por lo tanto,
de las dos palabras que conforman
la transformación digital, los líderes
suelen obsesionarse con el vocablo
digital, cuando nuestro futuro está
en el término transformación10.