CONQUISTADORES INDÍGENAS: PLANTEAMIENTOS TÁCTICOS… 103
De esta manera el estado mexica se encontraba en un constante proceso
de expansión en contra de las comunidades que no les brindaran el tributo
solicitado, o bien bajo las constantes amenazas de rebeliones que debían ser
sofocadas de inmediato. En resumen, todo aquello que para el estado mexica
representara un peligro para sus intereses sería casus bellis, o, por ende, sin
importar si eran tiempos de cosecha o siembra, si era necesario se movilizaban
las tropas para obtener los beneficios requeridos.
Desde los tiempos de Hassig y basado en los datos que en ese momento
se tenía15, probablemente se subestimó la capacidad económica del
imperio, bajo la necesidad de generar este tipo de dinámica en función del
ciclo agrícola y lluvias, en el entendido que se trataban de agricultores armados
como decía José Lameiras, por lo que se pensaba que las guerras,
por lo menos las más importantes normalmente iniciaban entre abril y mayo
(Hassig, 1988: 53).
Como bien dice Hassig, las provocaciones de guerra podían ocurrir
en cualquier momento, argumentando desde una perspectiva de infraestructura
económica que la actuación militar no siempre era inmediata, ya que
dicha actuación dependía de ciclos de lluvias y agrícolas, y que no se podía
perder la cosecha, propuesta para su momento lógica pero que desde mi
opinión no se toman en cuenta otros factores. El problema radica en que
dicha propuesta se ha tomado como “regla” de las guerras mesoamericanas
por algunos autores.
¿Cómo explicar si realmente el Imperio mexica contaba siempre con
los recursos necesarios para llevar dicho estado permanente de guerra? Mi
opinión es que bajo un sistema económico16 bien desarrollado que permitía
el constante apoyo de los aliados e incluso de las poblaciones sometidas que
eran obligadas, a proporcionar los abastos necesarios para desarrollar las
campañas militares cuando era necesario, aunado al sistema de paga de las
tropas a partir de los botines de guerra y que no necesariamente debía estar
sujeto a los ciclos agrícolas y lluvias (Durán, 2006, t.II, 156).
Hoy comenzamos a conocer los niveles de infraestructura económico
militar con el que contaban los mexicas para realmente hacer lo dicho.
Recientes estudios nos confirman, por ejemplo, los talleres de plumaria que
producían bajo diversos mecanismos una cantidad realmente abrumadora de
15 Basado en datos proporcionados en el consumo de maíz del México del siglo XVIII,
propone estas ideas vinculadas a los tiempos de cosecha y consumo, sin tomar en cuenta
que esa dinámica funcionaba en el siglo XVIII, pero no en tiempos del Imperio donde la
obtención de maíz no era solamente de lo que se cultivaba en Tenochtitlan (Florescano,
1969: 93-95).
16 Está en proceso el conocer a profundidad la infraestructura económico-militar mexica
en un proyecto académico registrado en la Universidad Anáhuac México y la UNAM.
Revista de Historia Militar, II extraordinario de 2020, pp. 103-114. ISSN: 0482-5748