152 ARMANDO DE LUCAS HURTADO-ACERA
EL IDIOMA MAYA Y AGUILAR
Uno de los grandes y primeros obstáculos iba a ser la lengua, y lo
sabían muy bien. Nadie tenía idea de los idiomas que encontrarían en aquella
tierra. Supusieron que podrían entenderse por señas para lo más inmediato,
pero sabían que las señas no les iban a servir para expresar ideas
complejas, de manera que hasta que no se hicieran comprender oralmente
se toparían con muchas dificultades añadidas a las que estaban dispuestos
a arrostrar.
Cortés llevaba desde Cuba a dos indios mayas capturados años antes,
Melchor (llamado también Melchorejo) y Juliancillo, que hicieron de traductores
al llegar, pero hubo un encuentro providencial en marzo de 1519
que facilitó mucho las cosas en este terreno. Al poco de desembarcar en la
isla de Cozumel, vieron aproximarse a unos nativos a bordo de una canoa.
Se preparaban para repelerlos cuando uno de los indígenas comenzó a gritar
algo que los dejó estupefactos: “¡Dios, Santa María, Sevilla!”. Era un superviviente
de la expedición que naufragara ocho años antes, un clérigo de
Úbeda llamada Jerónimo de Aguilar. Enterado por los nativos del desembarco
de otros hombres barbudos, había salido a su encuentro. Fray Jerónimo
era pequeño y de tez oscura; rapado y vestido como los nativos, los españoles
no lo habrían reconocido de no ser por aquellos gritos. Después de sus
largos años de cautiverio hablaba mejor el idioma maya que el castellano,
que casi había olvidado. En 1511 junto a Aguilar fue capturado Gonzalo
Guerrero que se volvió maya, que abandonó toda forma de pensamiento y
vida como español y adoptó las del pueblo que le acogió. Tuvo hijos con la
hija de un cacique maya y aunque Cortés le envió una carta invitándole a
unirse, Guerrero le contestó:
“Hermano Aguilar, yo soy casado y tengo tres hijos, y tiénenme por
cacique y capitán cuando hay guerras. Id vos con Dios, que yo tengo labrada
la cara y horadadas las orejas. ¿Qué dirán de mí cuando me vean
esos españoles ir, de esta manera? Y ya veis estos mis hijicos cuán bonicos
son”.
Gonzalo Guerrero es el verdadero “Padre del Mestizaje” nueve años
antes de que comience La Conquista, pero Cortés es quien oficializa a su
hijo Don Martín Cortés Tenepal, habido con doña Marina (La Malinche,
madre de una nueva cultura), ante el Papa en Roma.
Revista de Historia Militar, II extraordinario de 2020, pp. 152-178. ISSN: 0482-5748