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culaban incesantemente como moneda y no tenía casi otro uso que el de
emplearse en el comercio16.
El uso de las mantas y del cacao como moneda siguió vigente durante
el principio del virreinato, porque viajeros ingleses del siglo XVI dejaron
testimonio de ello. Sin embargo, para la mentalidad europea costaba creer
que el dinero creciera en los árboles tal y como exclamaba Pedro Mártir de
Anglería17, ya que para él sólo las personas de mezquino ingenio tendrán
por fantasía el que de un árbol se coja moneda.
EL UNIVERSO MITOLÓGICO Y RELIGIOSO
Este es, sin duda, uno de los aspectos más complejos de la cultura
mesoamericana, en general y mexica en particular, no solo porque la religión
envolvía a casi todos los aspectos de la sociedad, sino porque también
el panteón de dioses y sus advocaciones son difíciles de desentrañar al añadirles
infinidad de atributos como el color o el aspecto dual y calendárico.
La superpoblación de dioses seguramente tuvo que ver con los 200
años que duró la peregrinación mexica. A su paso por las poblaciones asimilaron
la religión que ya existía en la zona. Adoptaron parte de su cosmogonía
y de su cosmovisión y, al mismo tiempo, incrementaron su abultado
panteón de dioses. Pero aun así podríamos señalar a Coatlicue, la diosa de
la tierra. Huitzilopochtli, el dios de la guerra y el sol. Coyolxauhqui, diosa
de la luna. Xochipilli el dios de las flores, del amor, de la fertilidad y de las
relaciones sexuales ilícitas. Tlaloc gobernaba las lluvias y las aguas. Quetzalcóatl
en su advocación de Ehecatl era el dios del viento. Tezcatlipoca, el
sol nocturno y Mictlantecutli, el señor del inframundo.
Había una religión popular, que cada individuo vivía de forma individual
en el ámbito familiar y con la comunidad, en cuyas festividades no
faltaban comidas amenizadas con juegos y bailes.
La fiesta del pulque, dedicada a los muertos, era muy celebrada por
la comunidad ya que estaba patrocinada por los fabricantes de esta bebida
de carácter sagrado. Según su mitología el pulque nació de los huesos de la
hermosa Mayahuel que el dios Quetzalcóatl sembró por amor. De la sabia
del maguey o agave se elaboraba esta bebida, dejándola fermentar. El tlachiquero
era la persona encargada de extraer este aguamiel dos veces al día.
16 CLAVIJERO, Francisco Javier: Historia antigua de México, Porrúa, México, 1976, pág.
527.
17 ANGLERÍA, Pedro Mártir de: Décadas del Nuevo Mundo, José Porrúa, México, 1964,
2 vols, II, pág. 470.
Revista de Historia Militar, II extraordinario de 2020, pp. 34-60. ISSN: 0482-5748