118 JUAN JOSÉ DE LAMA RODRÍGUEZ
de Santo Domingo y Juan de Salvatierra. Como la mala gobernanza de los
hermanos Colón ha dejado las islas e indios en muy mala condición por la
codicia de los españoles, las enfermedades y la poca costumbre al trabajo de
los naturales, además de no hallar en ellas todo el oro que se esperaba, ya se
había empezado a pensar en buscar nuevas tierras.
La primera expedición (aventura completamente privada con el permiso
de la Corona y la obligación de evangelizar y reservar un quinto de
todo lo obtenido para el rey), en febrero de 1517, de Hernández de Córdoba,
recibe permiso para ir a buscar indios esclavos a otras islas. El objetivo no
declarado es hallar nuevas tierras y fundar plaza, por orden verbal del Diego
Velázquez de Cuéllar. Dos navíos y un bergantín, con el piloto Alaminos,
que llegase a Las Indias como grumete en el cuarto viaje de Cristóbal Colón,
llevase a Ponce de León a descubrir la Florida y descubriese la Corriente del
Golfo. Entre los hombres que le acompañan está Bernal Díaz del Castillo,
que anda ocioso y enfadado en la isla con otros cien soldados a los que Velázquez
no ha dado ni encomienda ni indios. La expedición es un completo
desastre que a su vuelta a Cuba arroja cincuenta y siete españoles muertos y
sólo se anota el éxito de traer dos indios, Julianillo y Melchorejo, que más
tarde se usarán como lenguas (traductores maya-español). Velázquez insiste
con una segunda Armada y le da el mando a su sobrino, Juan de Grijalva,
con las mismas instrucciones oficiales por escrito y oficiosas (quiere poblar,
pero no tiene permiso) de forma verbal.
En abril de 1517 sale de Cuba esa segunda expedición, con dos de
las naves de Hernández de Córdoba (que ha muerto a su regreso a Cuba
a causa de sus heridas) y otras dos más. Con él ya van varios personajes
importantes de lo que pasará después; de nuevo, el piloto Antonio de Alaminos,
Francisco de Montejo, Pedro de Alvarado, Alonso de Ávila y Bernal
Díaz del Castillo. Descubren la isla de Cozumel y costean la península del
Yucatán (la consideran isla) hasta Tabasco. Hallan las primeras señales de la
realización de sacrificios humanos y los locales les hablan de una tierra en
el interior llamada Culúa (Tenochtitlan), les regalan oro y dicen que allí hay
mucho más. Suficiente motivación para hacer una expedición. Pero Grijalva
no está por la labor de explorar, alega que eso no está en sus órdenes, hay
fuertes discusiones entre los españoles y opta por ordenar (quitarse de encima)
a Alvarado que se adelante con el oro rescatado de regreso a Cuba. Allí,
Velázquez estaba ansioso por saber qué era de su sobrino y ya había enviado
una carabela de rescate a las órdenes de otro futuro protagonista, Cristóbal
de Olíd, pero ésta hace agua y casi tiene que ser rescatado el rescatador.
Cuando llega Alvarado con el oro y las noticias de esas tierras del interior
con mucho más oro, a Velázquez le falta tiempo para organizar la tercera
Revista de Historia Militar, II extraordinario de 2020, pp. 118-140. ISSN: 0482-5748