192 MIGUEL DE ROJAS MULET
huida y la desbandada de sus fuerzas, lo que dio la victoria al macedonio.
De manera parecida, en la batalla de Las Navas de Tolosa (1212), los reyes
cristianos Alfonso VIII de Castilla, Pedro II de Aragón y Sancho VII de Navarra
cargaron personalmente con sus mesnadas contra el puesto de mando
almohade, la tienda del Miramamolín, quien emprendió una huida precipitada
que propició la derrota de su ejército.
En Otumba, las bajas entre los mexicas fueron cuantiosas, al igual
que ocurrió, proporcionalmente, con las de los conquistadores. Tras esta
victoria decisiva, Cortés permaneció unos meses en territorio de sus aliados
Tlaxcalas, preparando su asalto sobre Tenochtitlán. Para ello, continuó
su política de ganar apoyos entre los pueblos de la región aliados de los
Mexicas, sometiendo a varios de ellos y asegurándose la colaboración de
sus fuerzas. Las grandes dotes de organizador de nuestro protagonista se
ponen de manifiesto de nuevo aquí: dedicó 11 de los 29 meses que duraría la
conquista a rehacer su contingente, recuperar fuerzas y forjar alianzas. Con
esta política consiguió privar de apoyos a sus rivales e incrementar sensiblemente
sus efectivos para el siguiente y decisivo paso: apoderarse del centro
neurálgico del Imperio.
El extremeño se aseguró los territorios circundantes a la capital antes
de intentar el asalto a la misma, precaución elemental del arte de la Guerra
que encontramos, entre otros episodios, cuatrocientos años antes durante
los prolegómenos de la reconquista de Zaragoza (1118). Así, Alfonso I de
Aragón fue controlando los territorios alrededor de su objetivo: en 1105 se
tomaron Ejea y Tauste al oeste, se alcanzó el Castellar por el norte y para
cortar la comunicación de la ciudad hacia el Levante4, se ocupó la región del
Maestrazgo, Sierra de Gúdar y Alcalá de la Selva en 1117, hasta que tras un
duro asedio cayó Zaragoza en diciembre de 1118.
Una vez dominados los territorios vecinos a su objetivo, y después de
recibir refuerzos de la Península, así como de Cuba y La Española, y sintiéndose
seguro de sus fuerzas, decidió Cortés emprender su avance sobre
Tenochtitlan.
Comenzada la progresión hacia la urbe, en el camino los conquistadores
tuvieron todavía que someter a varias guarniciones aztecas y rechazar
numerosos ataques en masa de mexicas, enviados por el sustituto en el trono
de Moctezuma y del fallecido Cuitláhuac, de nombre Cuauhtémoc.
Para lograr hacerse con su objetivo estratégico, se planearon una serie
de acciones operacionales, como se detalla a continuación.
4 CORRAL: La reconquista del Valle del Ebro. Militaria. UCM. Madrid, 1998, pág. 58.
Revista de Historia Militar, II extraordinario de 2020, pp. 192-196. ISSN: 0482-5748