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las sutilezas de la estrategia de escalada
y desescalada, como experimentó
Kennedy durante la crisis de los misiles
cubanos de 1963.
Esa desconfianza se acentuó todavía
más durante la guerra de Vietnam,
aunque aquí resulta difícil deslindar
los errores militares de los políticos.
En cualquier caso, las guerras irregulares
y, sobre todo, la creciente presencia
de los medios de comunicación
en los campos de batalla, demostraron
que la mera especialización profesional
del militar no era suficiente
para tomar decisiones con un fuerte
impacto político. En 1960, Morris Janowitz,
a quien le preocupaba que un
excesivo profesionalismo alejara a las
instituciones militares de la sociedad,
escribió El soldado profesional. Entre
sus recomendaciones para el retorno
del soldado ciudadano, Janowitz
apuntó que muchas misiones militares
requerían de algo más que mero
profesionalismo.
Un líder militar en una campaña contrainsurgencia
10 / Revista Ejército n.º 969 • diciembre 2021
o en un territorio ocupado
debía tomar decisiones de marcado
carácter político. Su formación,
por tanto, debía orientarse no solo a
entender el arte militar, sino también a
conocer los rudimentos de la política.
El final de la guerra de Vietnam presenció
un retorno de las teorías de
Huntington. La idea generalizada era
que las interferencias políticas habían
tenido un resultado muy negativo en
la marcha de la guerra y que los militares
habían combatido con un brazo
atado a la espalda. En 1986, la famosa
acta Goldwater-Nichols reforzaba
la autoridad tanto del presidente de la
Junta de Jefes de Estado Mayor como
de los comandantes de los mandos
estratégicos regionales. El retorno a
Huntington se consolidó, aparentemente,
con la doctrina Powell-Weinberger,
que definía claras condiciones
para el uso de las fuerzas armadas en
operaciones reales.
En realidad, la doctrina Powell-Weinberger
no pretendía poner limitaciones
al poder político en el uso de las
fuerzas armadas, sino evitar la serie de
errores estratégicos que condujeron a
desastres como Vietnam. No obstante,
esta doctrina «especialmente su versión
posterior, conocida simplemente
como doctrina Powell» se consideró
un intento militar de limitar las opciones
de decisión de los líderes políticos,
algo que, según el principio de control
civil, era sencillamente inaceptable.
La reacción no se hizo esperar. Ya durante
la administración Clinton, la doctrina
se arrinconó y se hizo famosa la
pregunta de la secretaria de Estado,
Madeleine Albright, a Colin Powell:
«¿Para qué queremos ese ejército tan
poderoso del que usted siempre habla
si no podemos utilizarlo?». La reacción
académica contra la doctrina Powell
vino de la mano de Eliot A. Cohen en
una serie de publicaciones, de las que,
quizás, la más conocida es Mando
Samuel P. Huntington