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Aparici Biedma, José María (1852), Instrucción
para la enseñanza de la gimnástica en los cuerpos
de tropas y establecimientos militares, Madrid,
Imprenta Rivandeneyra.
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para ser nombrado profesor numerario
de la Escuela Central de Profesores
y Profesoras de Gimnástica. En 1895
Pedregal profundizaba en su propuesta
y ampliaba contenidos en una nueva
obra: La Educación Gimnástica, libro
que, a pesar de haber sido considerado
de utilidad en algunos Institutos de
Segunda Enseñanza, no lo fue para las
Academias Militares3. Otra oportunidad
perdida.
En el caso del Arma de Artillería, a
pesar de los amorosianos inicios de
Molins, parece que Marañón reorientó
el sistema hacia el trabajo de fuerza
con peso libre y pequeñas máquinas
diseñadas por el conde de Villalobos4,
más acordes con los requerimientos
físicos del Arma en la época. En
1889, llegaba a Segovia el valenciano
José María Martínez. Alumno de la
primera promoción de la Escuela
Central de Profesores y Profesoras
de Gimnástica de Madrid, sus clases
despiertan tanto interés entre los
cadetes de la Academia que decide
ampliar sus actividades a la vida civil
y montar un gimnasio en Segovia
donde emplea aparatos diseñados
por él mismo, poniendo en práctica
los conocimientos adquiridos en la
asignatura Diseño y construcción de
aparatos gimnásticos de la Escuela
Central de Gimnástica5. Su hijo
lo mantuvo inalterado hasta que
en 1972 fue trasladado al INEF de
Madrid donde hoy puede admirarse
posiblemente como el único gimnasio
del siglo xix que ha permanecido
íntegro e intactos sus materiales6.
Caballería primó ante todo las enseñanzas
en equitación y, como comentáramos
en Infantería, se debió considerar
suficiente actividad física, como
para contemplar sesiones específicas
de gimnasia. Además entendemos
que muchas de esas clases de equitación
consistirían en lo que en la actualidad
se conoce como gimnasia artística
(salto del caballo, potro o caballo
con arcos), pero cuyo origen es claramente
militar. Con la excepción de Rafael
Pol de Quimbert, no se tiene conocimiento
de ningún otro impulsor.
En definitiva, al final del siglo xix, la
gimnasia de Amorós había ido perdiendo
fuerza, a la vez que el método
gimnástico sueco se iba haciendo
sitio. ¿Los motivos? Habría que
abordarlos desde muchas
perspectivas, pero quizá la
más importante fuera la presión
de la medicina higienista.
La insalubridad de muchos
cuarteles, la prácticamente
inexistente cultura de higiene
personal o las enfermedades
endémicas de la época,
supusieron que las miradas
se dirigieran al Real Instituto
Central de Gimnasia de Estocolmo,
donde la presencia de
médicos en su cuadro de profesores,
así como la ejecución
de una gimnasia de carácter
analítico, envolvían al sistema
sueco de un halo «médico
científico». Por otro lado,
desde una perspectiva militar,
se debe apuntar, en primer
lugar, el duro golpe que
para la gimnasia de Amorós
había supuesto la debacle sufrida
por el ejército francés en
la guerra franco-prusiana. A
ello se debe añadir que, frente
a un método de gimnasia
tan completo como complejo,
como era el diseñado por
nuestro compatriota, Suecia planteaba
un sistema, no sólo menos exigente
y —aparentemente— más sencillo,
donde la gimnasia era abordada prácticamente
como si de orden cerrado
se tratara; sino que, además, los costosos
aparatos amorosianos, se verían
sustituidos por espalderas, bancos
(suecos), barras de equilibrio...
En plena indefinición de métodos, en
1883 nacía en Toledo, la Academia General
Militar. No debe extrañar la poca
importancia asignada en el «Plan de
Enseñanza» a la gimnasia; asignatura
que tan sólo se impartiría durante el
primer semestre del primer curso, alternada
con «instrucción práctica militar
»7 y para la que tan sólo se contaría
con un profesor; cuando para esgrima
y equitación se disponían dos profesores
respectivamente8. Dos años
después, por Real Orden de 16 de diciembre
de 1885, la gimnasia amorosiana
recibía, por fin, el reconocimiento
institucional al ser declarada texto
oficial la Instrucción para la enseñanza
de la gimnasia en el ejército para los
gimnasios que en la misma disposición
se aconsejaba incluir9. Un reconocimiento
que, desde nuestra perspectiva,
llegaba demasiado tarde.
BIBLIOGRAFÍA
Además de la indicada en las anteriores
partes:
- García García, José Miguel
(2020), Francisco Pedregal Prida, en
Centenario de la Escuela Central de
Educación Física, Imprenta del Ministerio
de Defensa.
- Reglamento orgánico para
la academia general militar y
comunicaciones oficiales sobre
la institución de la misma dirigida
al excmo. sr. ministro de la guerra
(1883). Madrid, Imprenta del Cuerpo
Administrativo del Ejército.
NOTAS AL PIE
1. Sánchez: 51.
2. Sánchez: 191-198.
3. García García: 19.
4. Para hacerse una idea, véase:
https://www.slideshare.
net/biblioinefupm/colaboracin
con-la-exposicin-el-conde
de- v i l l a l o b os-los- orgenes
de-la-gimnasia-en-espaa
5. García Carretero: 72-74.
6. Pastor: 53. Véase: https://www.
inef.com/las-instalaciones/museo
7. Reglamento, 1883: 54-55.
8. Ibíd.: 38.
9. Vinuesa y Vinuesa: 26.■