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Actuación de mosqueteros en combinación con el cuadro de piqueros
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H. EL CAMBIO
Con respecto a esto, Alex Claramunt
(2016) establece que los tercios españoles
fueron adoptando con el tiempo
formaciones más lineales. Quizá
porque los demás ejércitos también
se desplegaban más en el campo de
batalla o, como se verá a continuación
a la hora de mencionar las mangas de
arcabuceros, quizá empujados a necesidades
tácticas y por el aumento
de armas de fuego, como el arcabuz
y mosquete.
Hasta finales de la década de 1620,
continúa Claramunt (op. cit.), se había
optado por despliegues escalonados
y profundos, mientras que desde de
la década de 1630 se tendió a formar
líneas cerradas con las sucesivas formaciones,
que solían desplegarse en
dos líneas con una reserva: la infantería
en el centro y la caballería, cada
vez más numerosa y con un papel táctico
más agresivo, en ambos flancos.
Este modelo táctico evolucionó, según
el autor, a medida que lo hacían
los ejércitos europeos, desde finales
del siglo xvi. Sin embargo, los tercios
supieron adaptarse a las innovaciones
militares que surgían, sobre todo
las impuestas por Mauricio de Nassau,
con lo que coinciden todos los
autores.
Miguel Ángel García (2010) establece,
en postura similar a Claramunt,
que el armamento de fuego será el
causante de este progresivo cambio
en los tercios. El escuadrón tradicional,
masivo, fue pronto superado. Así
lo vieron Mauricio de Nassau y Gustavo
Adolfo de Suecia. Es decir, tantos
hombres ya no eran necesarios en
un escuadrón que estaba expuesto en
su práctica totalidad al fuego enemigo.
Estas innovaciones militares, por
tanto, en palabras de Miguel Ángel
García, «hacían innecesario que los
hombres se dispusieran en formaciones
de tanta profundidad como hasta
entonces. Era ya posible, por consiguiente,
ir a despliegues de mayor
frente». De esta forma, se podrían colocar
a más hombres en primera línea
y aprovechar mucho mejor la fuerza
disponible. Además, se conseguiría
mayor maniobrabilidad en el campo
de batalla.
La reforma de Mauricio de Nassau establece,
en resumidas cuentas, un incremento
de soldados con armas de
fuego y una rebaja considerable de los
efectivos de la compañía a ciento cincuenta21.
Redujo el fondo de las formaciones
al mínimo necesario para
mantener una cadena de tiro, es decir,
unos diez hombres. Impulsó lo que
en el siglo xviii sería algo habitual: el
regimiento como unidad administrativa
y táctica en sus ejércitos. Sin embargo,
lo normal siguió siendo la colocación
de piqueros delante de los
tiradores. Todo ello permitía mayor
flexibilidad en los campos de batalla.
Así, el despliegue sobre el campo era
sólido y adaptable, facilitando el apoyo
de las distintas armas entre sí.
Mauricio también incrementó la proporción
de los mandos, dotando a
cada compañía con tres oficiales y
cinco sargentos, mejorando la instrucción
de los hombres con continuos
ejercicios, lo que redundó en un