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Las unidades implicadas fueron: CE
del Turia (Solchaga); Destacamento
de Enlace (García Valiño) y Cuerpo
de Tropas Voluntarias italianas (CTV,
Berti), además de los CE Castilla y
Galicia. Contaban con el apoyo de
la masa principal de artillería y toda
la aviación (Brigada Aérea Hispana y
Unidades de Cooperación, la Legión
Cóndor y la Aviazione Legionaria).
Aunque hay discrepancia sobre las cifras
exactas, ambos bandos estaban
equilibrados en efectivos terrestres,
pero la aviación nacional superaba
con creces a «La Gloriosa», tanto en
número de aparatos como en calidad.
Esta supremacía resultaría decisiva
para la victoria final.
La maniobra proyectada concentraba
un gran número de fuerzas sobre
un espacio relativamente estrecho:
encajonado a la derecha por las alturas
de Javalambre, y por el río Mijares
y la sierra de Espadán a la izquierda,
su única vía de penetración
era la carretera de Sagunto. Así, en
cinco días se generaría en Viver (Castellón)
un cuello de botella, con unidades
amontonadas sin espacio para
maniobrar.
Iniciadas el 13 de julio las operaciones,
se desarrollaron con inusitada
rapidez, circunstancia que sorprendió
a ambos bandos. Ese día
se produjo una de las preparaciones
artilleras más contundentes de
la contienda, con más de 400 piezas
castigando simultáneamente las defensas
republicanas. Tras ellas, actuó
la aviación.
En las jornadas siguientes los republicanos
cedieron rápidamente terreno,
retirándose a su dispositivo defensivo
principal, la línea XYZ.
El día 17, el CE Turia ocupó la población
de El Toro y avanzó hacia
la sierra homónima, tomando peña
Salada, con numerosos intentos infructuosos
de conquistar peña Juliana
(importante observatorio republicano).
En los días 20 y 21, el CTV chocó
en Viver con las brigadas 180, 181 y
182 de la 54.ª división. Los combates
cuerpo a cuerpo fueron allí violentísimos.
El 24, la División Littorio forzó las defensas
de la línea XYZ en Novaliches,
pero sin lograr explotar la ruptura.
Al alba del 25 de julio de 1938 comenzó
la ofensiva del Ejército Popular en
el Ebro, con la pretensión de aliviar la
presión sobre Valencia. Mas en Levante,
lo que comenzó como una veloz
operación que anticipaba las de la
Segunda Guerra Mundial terminaría
como una batalla de desgaste de la
Primera.
ESTABILIZACIÓN DEL FRENTE
Concluida la acción ofensiva en la
zona y con el desplazamiento de la
actividad bélica, ambos bandos dedicarían
los siguientes días a fortificar
sus posiciones.
Pero el tiempo jugaba en contra de la
República; el éxito inicial de la ofensiva
del Ebro exigía acciones en otros
sectores para seguir distrayendo el
mayor número posible de reservas
enemigas.
Mientras que en la cabeza de puente
del Ebro la orden era resistir a toda
costa, la República proyectó varias
operaciones: el día 12 de agosto lanzó
en Extremadura la llamada ofensiva
del Zújar y se combatía también en el
Alto Tajo. En el sector de Levante se
ejecutaron dos acciones: una en Vall
D´Uixó y otra, objeto del presente estudio,
entre El Toro y Manzanera, en el
paraje del Rincón de Arnau.
LA BATALLA DEL RINCÓN DE
ARNAU
El objetivo de la operación era embolsar
a las tropas nacionales que
habían quedado frenadas en su
avance hacia Valencia. La línea que
había que atacar abarcaba desde los
Altos de Alcotas (Manzanera) hasta
Viver.
El mando acumuló todas las fuerzas
disponibles: al norte reforzó las maltrechas
unidades del XVI CE con la
129 Brigada Internacional (Wacek Komar);
más al sur se desplegó el XXII
CE mandado por Juan Ibarrola, con
las 70.ª, 67.ª y 6.ª divisiones. Estas,
junto con las unidades en línea, la 39.ª
y la 47.ª divisiones, se encargarían de
lanzar el ataque.
Observando las operaciones sobre el terreno, el coronel Esteban Infantes,
Jefe de E.M. del Cuerpo de Ejército de Castilla, junto al general García Escámez,
de la 15.ª División (Archivo Municipal de Cádiz)