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Estos respondieron que las opciones
dependerían de los objetivos que se
pretendiese conseguir, argumento al
que se respondió señalando que la
definición de los objetivos dependería
de las opciones presentadas. El intercambio
de peticiones amenazaba con
convertirse en un interminable partido
de pimpón, hasta que la posibilidad de
intervención terminó por descartarse.
Ajustar las dificultades que la diferencia
de culturas y procedimientos provoca
es una necesidad esencial para
agilizar el proceso de decisión en caso
de crisis. También para diseñar una
política de seguridad y defensa realista
y eficaz, aunque, en este caso, los
mayores plazos disponibles para las
decisiones suelen amortiguar fricciones.
De cualquier manera, el conocimiento
de que la fricción existe es el
primer paso para mitigarla, aunque
normalmente hace falta algo más.
Tradicionalmente, se argumenta que
el conocimiento mutuo facilita unas
relaciones más fluidas entre el poder
político y sus instituciones militares.
Un gobernante que conozca las capacidades
y peculiaridades de las Fuerzas
Armadas podrá comprender, valorar
y criticar con mayor conocimiento
de causa lo que le recomienden sus
asesores militares. De la misma manera,
un general que conozca los entresijos
de la política y las relaciones
internacionales podrá comprender
mejor lo que su jefe político le pide.
Este principio es válido hasta cierto
punto. No cabe duda de que cierto
conocimiento mutuo facilitará la relación,
siempre y cuando no se caiga
en la tentación de asumir el papel
del otro. Durante la Segunda Guerra
Mundial, Churchill, con formación militar
y notables conocimientos de estrategia,
fue una pesadilla para sus jefes
militares y, por extensión, también
para Eisenhower y su Estado Mayor.
De la misma manera, un general demasiado
político puede perder su valor
fundamental, que es proporcionar
asesoramiento desde un punto de vista
profesional. Aunque existan conocimiento
y comprensión mutuas, que
siempre serán positivas, la toma de
decisiones estratégicas requiere que
el gobernante actúe en su papel de
decisor político y el general en el de
especialista militar.
CONCLUSIONES
Incluso cuando el control civil está
perfectamente asentado y el intervencionismo
militar en política es un
simple recuerdo histórico, las relaciones
civiles-militares pueden ser difíciles.
La principal dificultad reside en
las sustanciales diferencias en cultura
y procedimientos de trabajo entre políticos
y militares, a lo que habría que
añadir que la frecuente gravedad de
los temas relacionados con la seguridad
y la defensa suma tensiones al
debate.
Es lógico que haya dificultades y tensiones
y, hasta cierto punto, su existencia
es prueba de la salud del sistema.
Unos líderes políticos y militares
que se comuniquen expresando honestamente
lo que piensan generarán
cierta fricción, pero el intercambio de
opiniones terminará por ser positivo,
incluso cuando en ocasiones pueda
llegar a ser tormentoso.
En cualquier caso, las tensiones no
deben llegar a un límite que provoque
la incomunicación. La expresión
de un desacuerdo por parte de los
militares tampoco debe interpretarse
como insubordinación, porque es
exactamente lo contrario. Cuando el
presidente Roosevelt nombró a Marshall
jefe de Estado Mayor en 1939, el
general le advirtió que él decía siempre
lo que pensaba. Eso hizo que, en
ocasiones, Roosevelt abandonara
malhumorado una reunión, pero nunca
interpretó la sinceridad de Marshall
como insubordinación; siempre
prefirió tener a su lado a alguien que
expresase sinceramente su pensamiento.
En España, el peso de nuestra historia
añade dificultades considerables
a un tema que resulta de por sí difícil,
pero la importancia de los asuntos
de seguridad y defensa obliga a
realizar un esfuerzo adicional. Consolidado
sobradamente el principio
de control civil en un sistema político
democrático, es hora ya de pasar a la
siguiente casilla. El objetivo es conseguir
unas relaciones civiles-militares
sanas y prácticas que permitan el
mejor engranaje posible entre el complejo
mundo de la política y las instituciones
militares.
BIBLIOGRAFÍA
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