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disparaba sin cesar hacia los sitiadores
y, si hubiera brechas, y la situación
lo permitía, se debían tapar. Las
escaramuzas o encamisadas, como
se vio en Castelnuovo, muchas veces
lograban el objetivo y causaban
muchas bajas al enemigo, pero otras
veces el encamisado perdía la vida en
el intento. Mientras los sitiadores disparaban
e intentaban entrar en la plaza,
los tercios intentaban dar batalla
sin rendirse, intentaban pedir socorro
o desbloquear alguna vía de comunicación
que les permitiese trato
con el exterior.
Cuando los sitiadores entraban los
supervivientes plantaban cara en
aquellas brechas producidas por artillería
enemiga. Cuando la munición
se acababa solo quedaba batirse a
espada. Muchos se suicidaban antes
que dejarse coger por el enemigo,
otros peleaban hasta el final, las mujeres
evitaban ser violadas y los niños
corrían hacia ningún lado. A veces se
respetaba el honor y la valentía de los
sitiados y se les permitía salir con sus
banderas en símbolo de admiración y
reconocimiento, como les pasó a los
holandeses en Breda.
En tales casos, nadie quería un asedio
y menos un asedio largo, pues
desgastaba mucho a ambos contrincantes.
Para concluir, aunque no sean tácticas
de batalla, cabe mencionar las
guarniciones y las acampadas y fortificaciones,
ya que resumen muy
bien la actividad y el modo de vida de
los tercios. Enfocándolo a la batalla,
igual que las escaramuzas, asedios y
marchas, las acampadas y guarniciones
eran importantes para los soldados,
pues eran donde pasaban tiempo
para resguardarse y protegerse y
otras veces descansar.
7. LAS GUARNICIONES
El extracto obtenido de la ya mencionada
Revista de Historia establece
que «Las guarniciones servían para
proteger los escuadrones de piqueros
en su punto más vulnerable: los
flancos, que era por donde más fácil
podía penetrar una carga de caballería.
También auxiliaban a las mangas
de arcabuceros, ya que de aquí salían
hombres para refrescarlas cuando
caían sus compañeros o agotaban
sus municiones».
8. ACAMPADA Y
FORTIFICACIÓN
Nuevamente en Revista de Historia,
en un magnifico artículo sobre las
técnicas de los tercios españoles,
se observa la acampada y la fortificación.
La acampada se realizaba
para descansar y disponer el campamento
en una guerra o ante una
batalla. El terreno, como se ha visto
a lo largo del artículo, era un factor
fundamental, aunque a la hora de
acampar intervenían factores como
el número de efectivos, la cercanía
al enemigo…, aparte del terreno. Evidentemente,
a la hora de acampar se
busca, o se intenta buscar, un terreno
favorable que deje en desventaja al
enemigo, para evitar escaramuzas o
sorpresas mientras se está acampado.
La elección del terreno, por tanto,
es esencial para acceder más fácilmente
al enemigo o provocarle un
daño mayor. En el centro del campo
solían estar dispuestos los mandos
para ordenar o recibir información.
Los soldados se disponían según su
nacionalidad o procedencia para evitar
«roces y mantener mejor la disciplina
». El campamento no debía ser
muy amplio, ya que esto podía provocar
problemas a la hora de reagruparse
en caso de un ataque o que se
hiciera complicada la transmisión de
órdenes.
CONCLUSIONES
Como se ha visto, desde que surgen
los tercios, y gracias a la experiencia
que arrastraban combatiendo en la
Reconquista y en las guerras de Italia,
junto a las innovaciones militares
habidas a partir del Gran Capitán,
que desembocan en la escuela española
y el surgimiento de muchos
tratados, Europa tuvo que sucumbir
a esta infantería que formaba en cuadros
con piqueros, arcabuceros y caballería.
Se puso de manifiesto no la infantería,
sino la adaptación de una de
las mejores infanterías del mundo,
los tercios. Soldados de honor,
disciplinados, atentos y experimentados
que actuaban en conjunto revolucionando
el arte de la guerra en
los siglos xvi y xvii. Sus tácticas y su
renovación continua, sus innovaciones
y la puesta en marcha de su maquinaria
hicieron posible que durante
unos ciento cincuenta años esta infantería
legendaria fuese la más temida
de Europa.
A veces sobraba en el campo de batalla
de valor y con él se ganaban batallas,
pero otras veces el enemigo
quedaba asombrado por la manera
de combatir de estos soldados de la
monarquía católica y universal. Sus
técnicas revolucionaron la milicia y
les permitieron ganar guerras y batallas
con menor número de efectivos
que sus enemigos, en muchos casos.
Optaron por la infantería cuando,
hasta el momento, la caballería pesada
era la mejor del momento, adoptaron
el cuadro de formación de las
cohortes romanas y la táctica hoplita,
es decir, eran un bloque en la batalla.
Sus cuadros de piqueros hacían frente
a la caballería y las armas de fuego
no solo eran empleadas por la infantería,
sino que, como se ha visto, la
caballería las acogió de buen grado.
Su versatilidad y rapidez, entrenamiento
y experiencia, palabra y honor,
unidos al bloque, la disciplina y
el valor, hacían de estos hombres los
más respetados y temidos en Europa
y en el mundo musulmán. En este
sentido, todos los factores fueron
cruciales para crear el ejército moderno,
la infantería de los tercios: la
organización de los mandos, el aumento
de efectivos, la diversificación
e incremento de las armas —piqueros,
rodeleros, arcabuceros, mosqueteros,
caballería…—, el uso cada
vez más continuado de las armas de
fuego, la compactación del bloque,
la experiencia y el entrenamiento, la
obediencia…
Como se ha visto, en la batalla lo más
usual fue el cuadro de piqueros, que
apoyado en los flancos por las mangas
de arcabuceros hacían invencibles
a los tercios. Además, por si
esto fuera poco, estaba la caballería,
que en vez de cargar como en la Edad
Media optó por especializarse en las
armas de fuego causando más daño
al enemigo.