Monumento a Miguel de Cervantes
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típico español —¿dónde mejor?—, que
representa la batalla que dio fama al
rey al que él sirvió como soldado y la
paz que nunca llegó a alcanzar pese a
vestir los hábitos religiosos.
En esa llamada plaza Mayor de España
(la de Oriente), en una glorieta que
lleva su nombre, se levanta el Monumento
al Cabo Noval, costeado por
las mujeres españolas y uno de los
más bonitos de la capital.
El cabo Noval hacía su turno de guardia
fuera de las alambradas del blocao
cuando de la noche africana surgieron
varios rifeños que, prestos a penetrar
en él, apresaron al cabo para conseguir
su propósito. Este se revolvió y
gritó: «Tirad sobre mí, que los moros
vienen conmigo». La figura del cabo,
magnífica, de bronce, en posición de
marcha, destaca de modo singular
sobre la amplísima bandera de piedra
arenisca que despliega tras él una
mujer que, suponemos, representa a
la patria por la que dio su vida. Un friso
reproduce el momento del hecho
heroico.
Sin salir de esta plaza de Oriente, en
los jardines de Lepanto, se encuentra
Cuartel General del Ejército del Aire junto a la plaza de Moncloa