![](./pubData/source/images/pages/page44.jpg)
GUERRA CIVIL:
LA BATALLA DEL RINCÓN
DE ARNAU
Soldados de una compañía de morteros de 81 mm de la 81.ª División nacional, en la Sierra de El Toro, 1938. (Carlos M. Bordoy)
Para cooperar con las tropas que en julio de 1938 cruzaron el Ebro, el Ejército Popular
lanzó varias ofensivas limitadas en diversos frentes. Una de ellas, tratada en el
presente trabajo, tuvo lugar el 12 de agosto en la Sierra de El Toro (SO de Castellón).
Aparentemente una operación menor, su preparación y resultados fueron los propios
de un enfrentamiento de entidad; pero debido empero al defectuoso estudio previo y la
falta de cobertura aérea, la ofensiva se saldó con un drástico fracaso
Blas Vicente Marco
Licenciado en Historia
Carlos Alberto Precioso Estiguín
Licenciado en Derecho y en Geografía e Historia
CONTEXTO GENERAL DE LAS
OPERACIONES MILITARES EN
LEVANTE
Tras casi dos años de guerra, el 18 de
abril de 1938, Franco encomendó a
sus dos cuerpos de ejército «levantinos
», de Castilla (Varela) y de Galicia
(Aranda), la misión de alcanzar la línea
Teruel-Sagunto. Por el interior, la campaña
de Aragón se había desarrollado
en pocas semanas, culminando en Vinaroz
el día 14 de abril al llegar las tropas
del bilaureado Varela al Mediterráneo,
lo que dividió en dos la España
republicana. Sin embargo, la ofensiva
sobre Levante no tendría el mismo
cariz: combates de gran dureza sobre
la intrincada orografía de las sierras
de Gúdar, Javalambre y Maestrazgo,
aprovechada por los defensores con
una eficaz defensa en profundidad.
44 / Revista Ejército n.º 969 • diciembre 2021
Detenido Aranda por las defensas del
sector costero, en el interior comenzó
el 13 de julio de 1938, en la zona
de Sarrión (Teruel), la última fase de
la campaña de Levante, «una de las
más enérgicas ofensivas de la historia
de la contienda española»1, que
concluiría el día 25 al desencadenarse
la batalla del Ebro. Inicialmente
no hubo grandes combates, salvo en
Manzanera y Mora de Rubielos, donde
se ordenó a las tropas gubernamentales
resistir a ultranza para dar
tiempo a la finalización del dispositivo
defensivo.
El 8 de julio, el general Dávila, jefe del
Ejército del Norte, impartió las últimas
directrices tendentes a «aislar, batir y
destruir al Ejército Rojo de Levante»2,
con Valencia como objetivo final.