1892–2002
IMPRENTAS DE HUÉRFANOS DEL EJÉRCITO
Desde los orígenes en 1871, en que las Asociaciones de
Huérfanos del Ejercito iniciaron la protección de huérfanos
de hijos de militares fallecidos de las distintas Armas del
Ejercito, con la finalidad de darles educación, formarlos y
hacerlos personas útiles a la sociedad, se crearon Colegios
de Huérfanos para llevar a cabo la función docente y de
educación. Dado que no todos los colegiales demostraban
aptitudes para el estudio, era preciso encauzados hacia el
aprendizaje de oficios y en vez de enviarlos a talleres civiles
la experiencia demostró que era preferible la creación de
talleres artesanos en los propios centros cosa que se hizo,
creando especialmente imprentas.
Así en 1892, se creaba la primera imprenta en el Colegio
de Huérfanos del Arma de Infantería, en Aranjuez; imprenta
que había pertenecido a la extinguida Dirección General
de Infantería y fue generosamente donada al colegio, y para
ello se tuvieron que realizar una serie de reformas en el Colegio
de María Cristina, con el objeto de crear unos talleres
donde establecer la imprenta, litografía y encuadernación.
Estos talleres fueron creados, con la doble finalidad de servir
para el aprendizaje de un oficio y como fuente extraordinaria
de ingresos, llegando a ser uno de los recursos que
mayores rendimientos proporcionaba para el sostenimiento
del colegio. Así mismo, entre los huérfanos que habían
escogido este oficio existían dos grados: aquellos que se
dedicaban completamente a ello como profesión, en cuyo
caso estaban obligados a prestar su servicio diariamente,
y quienes estaban en fase de aprendizaje, que tan sólo
acudían las horas docentes estipuladas por la dirección.
112 / Revista Ejército n.º 969 • diciembre 2021
En los colegios, el huérfano debe ser un colegial y la disciplina
escolar debe ser todo lo paternal posible, pero con
el interés de que todos ellos sean hombres que se basten
a sí mismos el día de mañana y sean útiles a la sociedad.
Algo muy importante para el colegio debería ser el buen
funcionamiento de la imprenta y que los trabajos fueran
esmerados para aumentar el rendimiento. Se solicitó al Ministro
de la Guerra que todos los impresos que necesitase
el Arma de Infantería se hiciesen en la Imprenta del colegio
y que todas las unidades los adquiriesen en ella, pues
para mantener a 510 huérfanos de ambos sexos y a otros
700 aspirantes a ingresar, no se les podía atender dándoles
formación o una mínima pensión, por falta de recursos. La
solicitud no se aprobó de forma obligatoria, pero el Ministerio
autorizó a la imprenta del colegio a que, mediante la
inscripción en matrícula y pago de la correspondiente contribución
industrial, se pudieran imprimir los documentos
que se solicitaran. La respuesta de las unidades fue tan significativa
que a partir de entonces la Imprenta aumentó su
producción, con trabajos de buena calidad, y los ingresos
extraordinarios por la periódica solicitud de documentos,
fueron fundamentales para la economía del Centro. Al final
de cada año se redactaría una memoria general, en la que
se constaban los resultados conseguidos por los alumnos
en sus estudios y trabajos.
En 1892, al quedar instalado el Colegio «Santiago» en la
Academia de Caballería, el Ayuntamiento de Valladolid,
tuvo un rasgo de solidaridad y generosidad, construyendo
Imprenta del Colegio de Huérfanos del Arma de Infantería. Aranjuez. «La Ilustración Nacional», 1894