se del que hasta ese momento venía acompañada. No pode-mos
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olvidar el impulso de la aerostación militar a semejanza
de lo que años antes se había realizado en Francia, que em-prendían
los ejércitos de todos los países.
Para explicitar estas razones hay que señalar que en 1888
se celebró en Barcelona la Exposición Universal, cuando este
tipo de exposiciones eran los mayores eventos económicos,
sociales y políticos del mundo. Cada país exponía los avances
tecnológicos y mostraba su potencial económico e industrial.
Ser designada representaba prestigio a la ciudad organizadora
que necesitaba acometer una gran actuación urbanística para
acoger pabellones y eventos. Las exposiciones eran un punto
de encuentro e intercambio de ideas, innovaciones y avances
visibles para todos los asistentes a ese gran escaparate.
La exposición fue un gran éxito y las mejoras urbanísticas
creadas para la misma todavía son visibles en la actuali-dad.
El espíritu de la exposición se prolongó en el tiempo y
en lo relativo a la aerostación tuvo algunas consecuencias
inmediatas como la creación de la «Sociedad Aeronáutica
Española», anunciada en la Vanguardia17 «que se dedicará
a la construcción y explotación de globos, acometiendo la
industria de las ascensiones libres».
Entre los libros científicos publicados en España debemos
destacar por la amplia difusión que tuvo «La aerostación mili-tar
» del coronel comandante Suárez de la Vega y Lamas, pu-blicado
en el Memorial de Ingenieros de 1887, que dedica el
primero de los cuatro capítulos a estudiar el uso militar de los
globos en los distintos países para luego concretar todos los
aspectos del aerostato. Está considerada la aportación técni-ca
más importante de la aerostación española del siglo XIX. Al
tratar el tema de la técnica de la aerostación, me basaré en lo
descrito en este libro junto con otros igualmente escritos por
ingenieros militares con el del mismo título y publicado el mis-mo
año «La aerostación militar» de Anselmo Sánchez Tirado
y Jacobo García Roure, «Apuntes de Aeronáutica. Estudio del
globo esférico» del capitán de Ingenieros Francisco de P. Ro-jas
de 1902 y «Servicio Aerostático Militar», del mismo Rojas
pero ya comandante en el Memorial de Ingenieros 1906.
Aerostación militar
Sin tratar de profundizar, es necesario verter pequeñas no-ciones
sobre los inicios de la aerostación militar en Ma-drid
y la influencia del Parque de Guadalajara en el Parque
del gasómetro y en el Real Aeroclub de España18.
La aerostación militar en España comienza, después de algu-nos
titubeos previos con el Arma de Artillería, cuando en 1884
por decreto de 24 de diciembre es asignada al Arma de Inge-nieros,
concretamente a la 4ª Compañía del Batallón de Telé-grafos
de Madrid «para la construcción, maniobra e inflación
de globos libres y cautivos», siendo su jefe el capitán Fernando
Arangures. La actividad comienza en 1888, por carecer hasta
ese momento de crédito presupuestario, con la adquisición en
Francia de un tren aerostático Yon (para fabricar hidrógeno,
como luego se expondrá) y un globo esférico19 del que luego se
tratará con la ascensión de la reina María Cristina.
Ya en 1885 se comisionó al teniente coronel José Suarez
de la Vega y al capitán Francisco de Paula Rojas20 para co-nocer
instalaciones aerostáticas en Alemania, Francia e In-glaterra.
Y a consecuencia del informe emitido, por Ley de
17 de diciembre de 1896 se crea el Servicio de Aerostación
como unidad independiente así como el Establecimiento
Central de Ingenieros de Guadalajara donde es destinado
el que será la figura más importantes de la aerostación y
posteriormente de la aviación en España del primer cuarto
Cartel publicitario de espectáculo Aerostático-circense. Museo Carvalet de
historia de Paris.
«Ascensión de Godard con motivo de la boda de Alfonso XII».
LA ILUSTRACIÓN ESPAÑOLA Y AMERICANA de 8 de febrero de 1878.