orientación de los participantes se les
dieron indicaciones precisas relativas a
las carreteras y líneas de ferrocarril que
les podían guiar en su recorrido. Tam-bién
28
se les indicaron los pasos más con-venientes
entre las montañas para que
aquellos frágiles aviones pudiesen evi-tar
peligrosas corrientes de aire que los
podían llevar hacia las laderas o contra
el suelo. Además, se les proporciona-ron
planos en relieve del terreno para
que los pilotos pudiesen reconocer las
perspectivas de los paisajes que iban a
ver desde los aviones. Para completar
la información necesaria para recorrer
con una seguridad razonable el trayecto,
se prepararon itinerarios con indicación
de los campos que podrían ser usados
en caso de emergencias a lo largo del
itinerario. Para esos casos, se instalaron
también puestos de socorro en las prin-cipales
localidades con autos y ambu-lancias
situados a lo largo de la ruta.
La carrera se iniciaba en París y termi-naba
en Madrid y por ello el Real Aero
Club prestó especial atención a la pre-paración
de la llegada a la capital de Es-paña.
Se eligió un terreno llano donde
se preparó un campo de vuelo de unos
1.000 metros de largo y 300 metros de
ancho, en la quinta de Santa Quiteria y
muy cerca de la estación de ferrocarril
de Getafe y del Cerro de los Ángeles. Se
levantaron con rapidez las instalaciones
necesarias para acoger a un público que
se estimaba iba a ser muy numeroso.
En conjunto, se preparó un excelente
aeródromo con todos los servicios nece-sarios.
Se prepararon 14 cobertizos para
aeroplanos, tribunas cubiertas y palcos
reservados para las autoridades, así co-mo
un restaurante, una caseta para los
teléfonos y otros elementos necesarios
para un evento tan relevante. Para faci-litar
la asistencia de público se organi-zó
un servicio extraordinario de trenes
para cubrir el trayecto Madrid-Getafe y
se mejoró la carretera desde la estación
al recién creado aeródromo. Además,
como en Santa Quiteria se carecía de
fuentes se instalaron allí grandes depósi-tos
de agua.
También se atendió a la adecuación de
otros puntos de la ruta en España. En San
Sebastián se instaló un equipo en el Mon-te
Igueldo para emitir señales luminosas
que guiasen a los competidores para lle-gar
al lugar de aterrizaje. El capitán Anto-nio
Gordejuela Causilles, experimentado
aerostero, estaba al mando del destaca-mento
que operó aquel proyector. En Bur-gos
se preparó en el Gamonal un campo
de vuelo para posibles eventualidades y el
periódico «Diario de Burgos» prestó espe-cial
atención a la carrera.
Los participantes
El anuncio de la celebración de la ca-rrera
París-Madrid fue recibido con
gran interés por los pilotos que esta-ban
buscando probar sus aviones en
competiciones difíciles, novedosas y
bien dotadas económicamente. En un
principio, se inscribieron 28, pero dada
la confusión causada por el accidente
que se comentará más adelante, exis-ten
versiones distintas sobre el número
de aviadores que finalmente iniciaron la
carrera. La información más completa
la facilita Rafael González-Granda7 que
precisa que: «El número de aviadores
hasta el día 1 del actual (mayo) era el de
20, además de los aviadores militares
franceses que vienen fuera de concur-so
». Hay que significar que existen di-versas
versiones sobre los nombres de
los participantes.
El Ministerio de la Guerra francés auto-rizó
en principio a sus aviadores militares
a participar fuera de concurso. El Real
Aero Club de España que presidía el ca-pitán
Alfredo Kindelán, envió una petición
al ministro de Estado, al embajador de
España en París y al periódico «Le Petit
Parisien» para que gestionasen ante las
autoridades francesas la autorización pa-ra
que los aviadores militares franceses
pudieran terminar su participación en San
Sebastián, final de la segunda etapa. La
petición no fue atendida por el ministro
de la Guerra Berteaux por «razones pu-ramente
administrativas» y los ocho mili-tares
franceses inscritos solo tuvieron la
oportunidad de volar en la primera etapa.
Pilotos8 inscritos oficialmente en la
carrera con indicación del tipo de apa-rato
pilotado:
• Monoplano Morane: Jules Védri-nes,
Leonce Garnier, André Frey y
John Verrept
Cargando combustible en el avión Morane de Védrines, 21 de mayo de 1911.
Los pilotos participantes en el raid París-Madridl. El aviador Jules Védrines.