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tavo Mercier, quien además enseñaba a los alumnos mecáni-cos
todo lo relacionado con la puesta a punto.
El 26 de octubre de 1915, estando probando uno de estos
motores, el mecánico francés ordenó dar gas para compro-barlo
a todo régimen en la bancada. No se sabe por qué
causa fallaron los estribos delanteros de la bancada, hacien-do
que el motor comenzase a trepidar de forma impresionan-te,
tanto que el mecánico pensó que pudiera desprenderse
del caballete. Mercier, temiendo que la hélice rozara contra
el suelo, expulsando trozos a gran velocidad que pudieran
lesionar a los alumnos allí presentes, se agachó para cortar
el gas, acercando la cabeza a la hélice, que en fracciones
de segundo se la seccionó. Uno de los alumnos que quiso
atender al mecánico sufrió un fuerte golpe en la cabeza, que
afortunadamente no le provocó lesiones graves.
Nuevamente Kindelán tuvo que afrontar la gravedad del
suceso informando al ministro de Fomento, quien desde su
despacho ordenó abrir investigaciones y realizar los prepara-tivos
de las exequias del fallecido.
Visita de S.M. el rey Alfonso XIII a las instalaciones
de la ENA
El 19 de noviembre de 1915 quedará en los anales históri-cos
de la aviación en Getafe como el día en que se con-solidó
su vocación aeronáutica. Mi compañero Manuel de la
Peña (q.e.p.d.), también cronista oficial de Getafe, comenta
en su libro «MEDIO SIGLO DE LA AVIACIÓN EN GETAFE»
las particularidades de la magna visita de los reyes de Espa-ña,
que resumimos a continuación.
Desde muy temprano empezaron a llegar a las instalacio-nes
de la ENA las primeras autoridades. Alfredo Kindelán
junto a Ricardo Ruiz Ferry hacían los honores a los invitados.
Los vecinos de Getafe acudieron en gran número para no
perderse detalles del importante acto. También los alumnos
de los Escolapios y las Ursulinas, formados en filas, se acer-caron
al remozado campo de aviación. Mientras tanto, los
operarios uniformados y los alumnos formaban frente a los
pabellones correspondientes.
Alrededor de las cuatro de la tarde llegó el cortejo real,
coincidiendo con la aparición en los cielos de Getafe de los
aviones militares de Cuatro Vientos, que se sumaron a la
fiesta. Al mando de la escuadrilla figuraba el infante Alfonso
de Orleans. Una vez en tierra, los pilotos militares y observa-dores
formaron ante sus aparatos y comenzó la visita a las
instalaciones. A S.M. el rey le acompañaban Kindelán, junto
a Ruiz Ferry, y a la reina y al resto del séquito, los profesores
Menéndez, Alfaro, De las Peñas, Grancha y Adaro.
El obispo de Sión bendijo todo el complejo de la ENA
y S. M. el rey dio la orden de la puesta en marcha de las
máquinas. Posteriormente los ilustres visitantes pasaron a
la sección de los bancos de prueba de motores y demás
elementos de comprobación y ensayo de resistencia de ma-teriales.
Allí se encontraba también una máquina para lograr
el perfecto equilibrado de las hélices, original del constructor
vecino de Getafe, Amalio Díaz.
En los hangares, S. M. el rey tuvo ocasión de observar los
aeroplanos dedicados a la enseñanza, así como los cons-truidos
en la propia Escuela, bajo la dirección de Julio Adaro
y de Heraclio Alfaro. En otro de los hangares contempló los
aviones diseñados por Hedilla y Alfaro, requiriendo de sus
proyectistas las características principales.
Finalizada la visita a las instalaciones, los invitados salieron
al campo de vuelo, mientras que los reyes y personalidades
pasaban revista a las formaciones de aparatos. Posterior-mente
se trasladaron a una de las terrazas de las instalacio-nes,
para contemplar las demostraciones aéreas.
El primero en actuar fue Menéndez Valdés, que con su
«Deperdussin» realizó todo tipo de virajes y pasadas a ras
del suelo. Le siguió Urrizburu con otro avión del mismo tipo,
al que se le había instalado un nuevo motor más potente, de
80 cv, que se probaba en ese instante. Le siguió Alfaro con
un «Moranne», finalizando esta parte de las pruebas Hedilla
con su mencionado Monocoque bautizado «Salvador», que
estaba construido totalmente en madera y equipado con
un motor «Le Rhône» de 80 cv. Unos días después de este
acontecimiento, Salvador Hedilla se trasladó a Barcelona
para dirigir la Escuela y talleres de la empresa «Pujol, Corna-bella
y Compañía», donde siguió experimentando sobre su
Monocoque diversas versiones.
Finalizadas las demostraciones, los invitados fueron obse-quiados
con una copa de vino español. En un aparte, S. M. el
rey y el ministro Espada felicitaban a Kindelán, animándole a
continuar la magnífica labor emprendida. En fin, una jornada
de amplia actividad aérea con la que terminaba un año de
gran importancia para Getafe.
Última etapa de Kindelán al frente de la ENA
La normalidad vuelve al aeródromo de Getafe. Los cursos
se desarrollan siguiendo el programa previsto, mientras
que Kindelán trata de ampliar las labores docentes.
El 14 de abril de 1916 se concede el primer título de la nue-va
Escuela al alumno José Martínez de Aragón, natural de Vi-
Alfonso XIII en la Escuela de Getafe.
José Martínez de León primer piloto ENA.