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cieron Jules Védrines y André Frey, pero
el príncipe de Nissole no pudo hacerlo
por haber capotado su Bleriot XI. Como
hemos mencionado Louis Émile Train
se había retirado y el resto de los pilo-tos
abandonaron la carrera sin tomar la
salida. Los luctuosos acontecimientos
ocurridos en Issy-les-Moulineaux, los
accidentes y los fallos de los motores
motivaron la retirada de muchos de los
aviadores participantes. La primera eta-pa
terminó en Angulema siendo Garros
el primer clasificado. En el trayecto, Gil-bert
Le Lasseur se perdió y André Frey
cayó al suelo y aunque resultó ileso, su
aparato quedó destrozado.
Dos etapas más
Solo tres pilotos tomaron la salida
en Angulema para iniciar la segun-da
etapa, el 23 de mayo a partir de las
07:00: Jules Védrines, Roland Garros
y Louis Gibert, que tras recorrer 335
kilómetros llegarían a San Sebastián.
Aunque Garros como vencedor de la
primera etapa fue el primero en salir de
Angulema, Védrines fue el primero en
llegar a San Sebastián a las 10:05 ho-ras,
empleando 3h:42min en el recorri-do.
Dos horas más tarde llegó Garros
que se había quedado sin gasolina y tu-vo
que realizar un aterrizaje forzoso en
la ladera del monte Jaizquibel. El último
en llegar fue Louis Gibert que había te-nido
que tomar tierra en Bayona.
En la bahía de la Concha se habían
situado las cañoneras «Marqués de
Molins» y «Mac-Mahón» y varias moto-ras
para socorrer a los aviadores si se
producía una caída al mar.
Coincidiendo con la llegada de los pilo-tos
que seguían en el raid, el aviador Mar-cel
Granel, que residía en Biarritz, anunció
que volaría hasta San Sebastián esa tarde.
Cerca de las ocho apareció Granel pilo-tando
su aparato sobre la bahía. Cuando
estaba a punto de tomar tierra en la pla-ya,
Marcel cae al mar a unos diez metros
de distancia. El susto y el alboroto de los
que observaban el vuelo fueron enormes
pues estaba aún reciente el recuerdo de lo
ocurrido al comienzo de la carrera. Granel,
que resultó ileso pero empapado, salió
por su propio pie del avión y con medio
cuerpo en el agua se dirigió hacia el borde
de la playa. Numerosas personas se acer-caron
para ayudarle siendo el Sr. Pedro
Prieto el primero que le tendió la mano.
Granel agradecido se la estrechó y quiso
gratificarle con cinco pesetas, cosa que un
espectador rechazó.
Louis Gibert había tenido que aterrizar
en Bayona por avería del motor y llegó
oficialmente a San Sebastián a las 18:52
horas. Su gran retraso le hacía perder
toda razonable esperanza de ganar la
carrera. Por su parte Védrines, que en-cabezaba
tras la segunda etapa la cla-sificación
de la carrera, manifestó al
respecto que «Mi aparato, como vengo
demostrando, es superior a todos en una
proporción de cuatro a uno». «He venido
de París a San Sebastián sin más parada
que la reglamentaria en Angulema, y sin
“panne” ni debilidad en el motor». Tam-bién
recalcó que: «El viaje ha sido duro y
fatigadísimo» y que: «He tardado desde
París, justamente siete horas y veinticin-co
minutos, y tengo plena confianza en
mi aparato “Morane”».
El día 24 de mayo se había previsto
una exhibición de los pilotos participan-tes
en el raid llegados a San Sebastián.
Sin embargo, se aceptó que fuese un día
de descanso que parecía muy necesario
dado que los tres pilotos tuvieron que ser
atendidos por la Cruz Roja con evidentes
síntomas de hipotermia y agotamiento a
su llegada a San Sebastián. Los aviado-res
aprovecharon el día para revisar sus
Védrines y su Morane-Borel.
Roland Garros sobrevolando el Jaizquibel, 23 de mayo de 1911