Ubicación del aeródromo provisional de La Hípica en el extremo meridional de la plaza de Melilla tras la pérdida de Zelúan. (http://www.guerradelrif.es/mapas/).
lland en el hotel Palace de Madrid donde se alojaba durante
sus estancias en la capital española.
De Havilland conocía a los aviadores militares españoles
pues había sido profesor de vuelo de la gran promoción, a
veces coincidía con ellos en alguna exhibición y solía vender
y probar aviones ingleses (Bristol y De Havilland) en España;
además, hacía unos días había sufrido en primera persona
las dificultades para el manejo de un aeroplano en el compli-cado
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teatro de operaciones de la zona oriental, tomando (y
despegando) en un espacio diáfano en Cabrerizas Altas. Les
informó de la existencia de otros terrenos como el hipódro-mo
de «La Hípica» donde quizá las condiciones fuesen algo
mejores. No obstante, lograron un acuerdo –cuyos detalles
se desconocen–, que dio como resultado el alquiler, présta-mo
o compra, del Bristol 29 Tourer M-AAFA, camino ya de
convertirse en un aeroplano legendario.
El aeroplano con el núm. 6120 pertenecía a la Sociedad
Otie que lo había importado el 6 de julio recibiendo la ma-trícula
M-AAFA, de modo que las gestiones para su empleo
por el Servicio de Aeronáutica Militar se realizarían a través
de sus máximos representantes, enfocándose con evidente
carácter operativo la reunión entre Carrillo y De Havilland.
Finalmente el campo elegido correspondió al conocido
como «La Hípica» situado en las proximidades de la primera
caseta, cerca de la playa de Mar Chica. Se iniciaron pronto
los trabajos de explanación que, a la vista de los resultados,
serían insuficientes para garantizar la integridad de aparatos
y aviadores. Los inconvenientes del terreno no solo prove-nían
de su pequeña extensión –unos 250 m x 80 m–, sino
porque lindaba con la carretera de Nador, de intenso tráfico,
y presentaba obstáculos como una línea telegráfica y disemi-nadas
edificaciones que entorpecían las maniobras aéreas.
Al día siguiente (26), sin tiempo para acostumbrarse al pilotaje
del nuevo aeroplano, Carrillo y Manzaneque despegaron con
rumbo Sur. Hacia las siete de la tarde tomaban tierra peligrosa-mente
en las cercanías de Calzada de Calatrava (Ciudad Real),
probablemente a consecuencia del calentamiento del motor
por el excesivo calor reinante. Procedentes de Cuatro Vientos
se disponían a aterrizar en Melilla transportando documenta-ción
del ministro de la Guerra, vizconde de Eza, para el general
Berenguer. Los aviadores fueron recogidos por un automóvil
enviado por el gobernador civil que los condujo a la capital,
mientras que el aparato quedó bajo custodia de la Guardia Civil.
Los ocho aeroplanos que el vizconde de Eza prometió en-viar
a Melilla quedaron reducidos a dos: un Bristol 29 Tourer
civil y un DH-4. El primero estaba tripulado los capitanes
Manzaneque y Carrillo, y el segundo por los también capita-nes
Luís Moreno Abella y Manuel Bada Vasallo. Sin embargo,
en el vuelo Cuatro Vientos-Armilla el Bristol fue pilotado por
el mayor Havilland con Manzaneque en el puesto de ob-servador.
Una vez en Granada Havilland dejó los mandos a
Manzaneque ocupando el puesto de pilotaje, mientras que
Carrillo, que había llegado en el expreso de Andalucía, ocu-paría
el puesto del observador. Havilland permanecería en
Granada supervisando la reparación del Bristol 47 averiado
desde el mes anterior.
La formación que aterrizó en Armilla el día 28 careció de
suerte. Se especuló con la posibilidad del surgimiento de
sendas averías en los aparatos, aunque la verdadera causa
del retraso en la continuación del vuelo a Melilla fueron las
condiciones meteorológicas.