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lizada campo a través. Los participan-tes
en el Circuito fueron algunos de los
aviadores más destacados de la época.
Por su pericia y valor son acreedores de
nuestra admiración al alejarse de los ae-ródromos
con tan rudimentarios apara-tos.
Algunos de aquellos pilotos ganaron
merecidamente importantes sumas de
dinero, con su frecuente participación en
concursos, carreras y exhibiciones tanto
en Francia como en otros países.
El Circuito del Este constó de seis eta-pas
entre las ciudades de París - Troyes
- Nancy - Méziéres - Douai - Amiens -
París. Alfred Leblanc5 obtuvo el premio
de 100.000 francos reservados para el
ganador de la carrera. Emile Aubrun6 ter-minó
en segundo lugar. Los dos fueron
los únicos que acabaron el circuito cu-briendo
los 805 km en 12 horas 1 minu-to
y 1 segundo, a una velocidad media
de 66,99 km / hora. Tanto Leblanc como
Aubrun volaron monoplanos «Blériot XI»,
con motor Gnome de 50 CV, el mismo
avión con el que, como ya se ha citado,
el piloto y constructor de aviones Louis
Bleriot cruzó el Canal de la Mancha en
julio de 1.909. Para participar en el Circui-to
se habían inscrito 35 aviadores, pero
sólo 10 tomaron la salida en el campo de
vuelo situado en Issy-les-Moulineaux. Los
datos de participación reflejan la dificul-tad
para completar un recorrido relativa-mente
corto con los aviones de la época.
PARÍS-MADRID EN AVIÓN
La organización del evento
En el año 1911 todo lo relacionado
con la aviación estaba de moda y el
público acudía entusiasmado a las ex-hibiciones
en que los protagonistas eran
los pilotos, pero también los aeroplanos.
Los pilotos, algunos de los cuales, eran
también diseñadores y constructores de
los aviones, eran admirados por la ele-gancia
de su vuelo y por las arriesgadas
maniobras que realizaban. Por su parte,
aquellos aparatos maravillaban a los es-pectadores
por su capacidad para volar
cada vez más alto y rápido y por sus
diseños cada vez más estilizados.
Dos años después de que Bleriot cru-zara
el canal de la Mancha, el éxito del
periódico «Le Matin», en su patrocinio
del Circuito del Este, inspiró al periódico
«Le Petit Parisien» a organizar una ca-rrera
o raid que uniese en vuelo las ca-pitales
de Francia y España. El periódico
francés dotó inicialmente a la carrera con
un generoso premio de 100.000 francos
para el vencedor. Para preparar la que
fue la primera carrera de la aviación eu-ropea
se buscó la colaboración de los
Aero Clubs de Francia y de España. El
Real Automóvil Club de España acogió
con entusiasmo la idea de contribuir a la
preparación del evento. Sin embargo, en
los contactos iniciales se produjeron des-encuentros
entre los organizadores por
no recibir el Real Aero Club de España
«los más precisos elementos» para contri-buir
a la preparación de la carrera. En una
nota publicada en el diario ABC de Ma-drid
del 29 de abril de 1911, el Real Aero
Club de España daba cuenta de la de-cisión
tomada de renunciar a toda inter-vención
deportiva en el raid. Superadas
esas dificultades, a primeros de mayo la
prensa española daba cuenta de que se
habían reanudado las buenas relaciones
entre los organizadores. En una reseña
publicada en otro diario de la época se
señalaba que: «Reconocida la interven-ción
del Real Aero Club de España y de
acuerdo con el Aero Club de Francia, han
sido nombrados comisarios deportivos el
marqués de Kergarión, Andrés Fournier y
José Quiñones de León, designando co-mo
comisario suplente a Ramón Irazusta,
presidente de la sección de Guipúzcoa
del Real Aero Club de España». La nota
continuaba con la designación de varios
socios del Real Aero Club para desem-peñar
otros cometidos durante la carrera.
A nadie se le escapa la importancia
del proyecto y la complejidad de su pre-paración.
Se trataba de una carrera in-ternacional,
que con sus 1.170 km de
recorrido era la prueba aérea más lar-ga
de las celebradas hasta entonces. El
desarrollo de los preparativos avanzó a
buen ritmo, tanto en Francia como en
España, celebrándose numerosas reu-niones
para estudiar los apoyos necesa-rios
a los participantes. Dada la novedad
del evento, no se tenían antecedentes
sobre la información necesaria para el
estudio de las rutas más adecuadas pa-ra
las distintas etapas. Además, el uso
por los competidores de diversos tintos
tipos de aviones, con distintas caracte-rísticas
técnicas, hacía difícil encontrar
los puntos de paso más convenientes
sobre las cordilleras y montañas. Esta
circunstancia era especialmente relevan-te
en la parte de la carrera que se iba a
volar en España. Para preparar la etapa
entre San Sebastián y Madrid se desta-có
a los señores Mancisidor y Malla para
preparar el tramo San Sebastián-Aran-da
del Duero y a los señores Izquierdo
y Goytre para el tramo final Aranda del
Duero-Madrid. En 1911 no había ayudas
a la navegación aérea y para facilitar la
Ruta de la carrera Paris-Madrid.
Espectadores en Issy-les-Molineaux, 21 de mayo de 1911.