LA PROBLEMÁTICA DE LOS CUARTELES EN LA AMÉRICA HISPANA 17
igualmente hacía ver que no deberían cargarse a los ciudadanos los costes
de las construcciones, aún a pesar de lo costoso que ello resultaría para el
Estado, debiendo de asumir también éste el posterior mantenimiento de los
edificios y la dotación de todo lo necesario para su pleno funcionamiento.4
Ese desagrado de los soldados a alojarse en cuarteles se confirmó un
tiempo después, cuando un grupo de ellos incendió, en 1729, los cuarteles
construidos en Sevilla, pues sin duda les resultaba mucho más cómodo continuar
con el alojamiento tradicional, dispersos en viviendas particulares y
pensiones, que el tener que estar “acuartelados” y “custodiados” dentro de
un edificio en el que los mandos estaban en contacto directo con ellos.5
Estos cuarteles sevillanos habría que relacionarlos con lo sucedido
unos pocos años antes y que marcó un antes y un después en la historia de
los cuarteles hispanos a ambos lados del Atlántico. Esa fecha bisagra fue el
17 de abril del año 1711, cuando se dio carta de identidad al Cuerpo de Ingenieros
militares con la firma de su decreto fundacional por el rey Felipe V.
Una vez ocurrido esto, se procedió a establecer las normativas que regularan
las funciones y actuaciones del nuevo Cuerpo, pues, aunque los ingenieros
militares tenían una larga historia, en realidad habían funcionado como especialistas
integrados en las unidades combatientes. Entre las normativas
que se fueron aprobando, estuvo la que se estableció para los acuartelamientos,
que fue publicada el 8 de abril de 1718 en un Reglamento que se conoció
como el “Proyecto General Impreso”; en él se proponía un prototipo de
cuartel para Unidades de Infantería tipo batallón que debería tomarse como
modelo cuando se proyectaran cuarteles de Infantería de esta entidad. El
Reglamento estaba firmado por quien fue el fundador del Cuerpo de Ingenieros,
el mariscal D. Jorge Próspero Verboom, y estaba acompañado de un
plano dibujado por el ingeniero Felipe Pallota, grabado a su vez por Juan
Bernabé Palomino, en el que se mostraba la planta, el alzado, la sección, las
elevaciones y los perfiles del edificio propuesto6. El esquema que se seguía
era una adaptación del que anteriormente había diseñado el mariscal Vauban
para el ejército de Luis XIV de Francia. No está de más recordar que Jorge
Próspero Verboom se había educado en la Academia de Matemáticas de
Bruselas, dirigida por Sebastián Fernández de Medrano, quien a su vez se
había formado siguiendo los principios de Vauban.
4 Archivo General de Simancas, (en adelante AGS), Negociado de Guerra, Legajo 1.641.
Archivo General Militar de Madrid, Colección Aparici, 1-4-10, rollo 8). Cfr. en CANTERA
MONTENEGRO, Jesús: La “Domus militaris” hispana. Origen, evolución y función
social del cuartel en España, Madrid, Ministerio de Defensa, 2007, pp. 37-38.
5 BONET CORREA, Antonio: “Utopía y realidad en la arquitectura”, en Domenico Scarlatti
en España, Catálogo de la Exposición. Madrid, Ministerio de Cultura, 1985, pág. 66.
6 Archivo General de Simancas, Sección Guerra Moderna, Leg. 2999.
Revista de Historia Militar, 128 (2020), pp. 17-70. ISSN: 0482-5748