LA PROBLEMÁTICA DE LOS CUARTELES EN LA AMÉRICA HISPANA 23
El expediente que relata los hechos informa que dicho regimiento
tenía su acuartelamiento en el antiguo edificio de los Regulares Capuchinos,
el que se conocía como “La Residencia”. El día 15 de febrero de 1792, el
alférez Miguel Borraz, que ese día tenía el servicio de comandante de la
Guardia de Prevención, dio parte del estado de ruina en el que se encontraba
el edificio, remarcando entre otras cosas, que las paredes del calabozo estaban
carcomidas y que a la reja le faltaban algunos barrotes, por lo que no
sería difícil a los presos escapar de allí.
En días sucesivos, otros oficiales de guardia dieron partes en el mismo
sentido, hasta que el 28 de marzo, el teniente Blas Zavala, que ese día
estaba de servicio como oficial de guardia, dio parte de
haverse caido un pedazo del quartel, haverse anegado el Cuerpo de
Guardia, el calabozo y la compañia del teniente coronel, como también de
no poderse transitar de una parte a otra pues todo esta hecho una laguna.
Como consecuencia de este parte se procedió al reconocimiento del
edificio por el Ingeniero extraordinario Antonio Durante, que en aquel momento
estaba encargado interinamente del Detalle de las Reales Obras por la
indisposición del Ingeniero ordinario, Francisco García Carrasco, informando
que el edificio estaba en un estado absolutamente lamentable
por hallarse los corredores parte arruinados y lo restante amenazando
igual ruina, las paredes de las quadras desplomadas y los techos quelas
abren en tan mal estado que las referidas se inundan de agua por ser todo
una continua gotera en qualquier temporal siendo de temer que se arruinen
con peligro y desgracia de la Tropa
La verdad es que el edificio habría requerido una serie de actuaciones
que se relataban en dos presupuestos del año anterior, uno de 28 de febrero
y otro de 26 de abril de 1791, redactados para tratar de salvar el conjunto,
y que consistían fundamentalmente en arreglos de paredes, tejados y pisos,
adecuar un cuarto para calabozo, desaguar el pozo negro y reparaciones en
puertas y ventanas y revoques en las paredes.
Pero dado que no se hizo nada, se llegó a la ruina del edificio y a ser
prácticamente imposible la reparación, por lo que el ingeniero Antonio Durante
recomendó en su informe el desalojo del inmueble, circunstancia que
se vio facilitada porque ya con anterioridad se había planteado por la Junta
de Temporalidades que el local del cuartel pasara a ser Hospital General de
los Padres Beletmitas de Buenos Aires.
Tomada la decisión del traslado, y tras analizar varias opciones para
su inmediata ubicación, se optó por la casa y la quinta llamada Matorras, que
era propiedad de Miguel Fernández Velasco, quien pedía 550 pesos anuales
Revista de Historia Militar, 128 (2020), pp. 23-70. ISSN: 0482-5748