CHEVALIERS Y SAMURÁIS. COMPARACIÓN ENTRE LA… 219
La guerra acabó en 1392 con la derrota de la corte imperial rebelde,
con lo que el Shogunato Ashikaga se afianzó como poder único ‘de iure’ en
Japón, aunque de los quince shogunes de esta dinastía, hasta 1573, sólo los
primeros podría decirse que gobernaron realmente. El resto no dejaron de
ser meras figuras decorativas, como el Emperador, ya que eran los señores
feudales los que realmente ostentaban el poder ‘de facto’.
El siglo XV no hizo sino intensificar este trasvase de poder del centro
a la periferia. La Guerra Ônin (1467-1476) estalló a raíz de la competencia
entre dos facciones nobiliarias al respecto de la herencia del Shogún, al no
contar éste con herederos. La tensión fue en aumento hasta que, en 1467,
las huestes de uno y otro bando fueron movilizadas, sumiendo al Shogunato
en una crisis sin parangón. Al término del conflicto un nuevo shogún fue
colocado por la facción vencedora de los Hosokawa, pero el precio fue irreparable.
Tres fueron las grandes alteraciones que produjo esta guerra:
1. Kyoto, como escenario principal de las batallas, sufrió saqueos
y vandalismo a un nivel comparable al de los bombardeos de la
Segunda Guerra Mundial, quedando así destruido el símbolo del
gobierno central.
2. Las huestes feudales se multiplicaron por diez haciendo virtualmente
irreversible el feudalismo.
3. Con un poder central inexistente y unos señores feudales descontrolados,
Japón se sumió, de 1476 a 1615, en la Sengoku Jidai
(“Era de los Estados Beligerantes”), una guerra civil inacabable
en la que los campos se llenaron de empalizadas y fortalezas, la
caballería quedó en un segundo plano, y la infantería tomó el protagonismo
indiscutible (los ashigaru, “pies ligeros”, fueron la espina
dorsal de los ejércitos, tanto como tropa de combate, como tropa de
apoyo, exploración y mensajería).
Cabe tener en cuenta que, en las eras Heian y Kamakura, la guerra era
cosa localizada y puntual, ya fuera sofocando revueltas, o atrapando bandidos.
Era, pues, un tipo de guerra destinado a eliminar hombres del enemigo,
por lo que la caballería era óptima para esta tarea. Sin embargo, como hemos
visto, en el período XIV-XV, con el colapso de todo vestigio de poder central
y la atomización del poder, la guerra se convirtió en una cuestión de control
del territorio: su conquista y defensa. La caballería, por tanto, fue siendo
desplazada por regimientos de infantería ligera que era destacada en puestos
de avanzada y fortalezas, y que fueron armadas con las innovaciones militares
que llegaron de Occidente: los arcabuces y cañones.
Revista de Historia Militar, 128 (2020), pp. 219-238. ISSN: 0482-5748