CHEVALIERS Y SAMURÁIS. COMPARACIÓN ENTRE LA… 205
cesaria para enfrentamientos directos contra el enemigo. En pocas palabras,
el nacimiento del feudalismo y de una aristocracia terrateniente pudiente
encumbraron a los caballeros como la principal fuerza de choque de todo
ejército que se preciase. Y ello llevó a la transformación paulatina de una
caballería ligera mal ataviada en época carolingia (con cotas de malla o petos
de cuero a lo sumo) a los modelos de caballería pesada francesa y gótica
del Medievo pleno y tardío, cuyas cargas podían llegar a ser fulminantes, y
cuyo armamento sólo podían costear las élites sociales. El sistema se retroalimentaba
a sí mismo, tanto a nivel militar como estamental.
Así pues, fruto de las necesidades de la nueva era feudal, la caballería
europea se desarrolló por vías muy distintas a las de las culturas colindantes.
Tanto los mamelucos o los seléucidas empleaban modelos de caballería
ligera, destacando los arqueros montados. Para los musulmanes y orientales
–incluidos los japoneses, como veremos más adelante–, el caballo en sí
mismo no era tanto un arma como una plataforma que ofrecía gran movilidad,
ya fuera para disparar con arco o para flanquear al enemigo. Incluso
la caballería pesada mongola del siglo XIII distaba mucho de estar igual de
acorazada que la europea: su armadura en láminas, si bien les protegía durante
los asaltos, eran más ligeras que las protecciones de placas cristianas;
eso sí, se trataba de una caballería muy versátil que lo mismo atacaba con
espada, lanza, o se alejaba para lanzar andanadas de flechas. La europea fue,
al contrario, menos polivalente en ese aspecto.
En lo que respecta a las tácticas, si bien la caballería feudal era una
parte menor de los ejércitos, era ciertamente la pieza esencial de los mismos.
Por lo general, en la Europa Occidental primaban las huestes heterogéneas,
de caballeros, infantes con picas, lanzas, e incluso espadas. La mesnada de
Ricardo I en sus batallas de Tierra Santa –destacando la de Arsuf de 1191–
es buen ejemplo de ello: casi 10.000 caballeros combinados con el doble de
infantes, tropas pesadas, como infantería ligera, lanceros, arqueros y ballesteros,
así como turcopoles y sergents de a pie, como apoyo7. Por lo general,
abundaban los profesionales de la guerra (los hombres de armas, posteriormente
conocidos como condottieri o mercenarios), e incluso la infantería de
leva, cuya baja moral y dudosa lealtad eran contrarrestadas con la presencia
de caballeros aristocráticos que dirigieran el combate e infundieran valor a
los aliados, bien desde la retaguardia, o mediante sus cargas. Cargas que, a
su vez, fueron variando en complejidad, surgiendo estilos de gran eficacia
como la carga en cuña, cuyo fin era penetrar en la formación del enemigo y
facilitarle la tarea a la infantería amiga.
7 FLORI, Jean: Ricardo Corazón de León. Edhasa, Barcelona, 2002, págs. 158-184.
Revista de Historia Militar, 128 (2020), pp. 205-238. ISSN: 0482-5748