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LA LEGIÓN EN LAS MISIONES INTERNACIONALES 117
Estado miembro de Naciones Unidas (ONU) desde 1955 e integrante
del Comité Especial de Operaciones de Mantenimiento de la Paz desde diez
años después, España no había participado de ningún modo en las operaciones
internacionales auspiciadas por la ONU; ni siquiera en el capítulo de
“otras contribuciones” en las que, sin embargo, sí participaban países como
Alemania o Japón, a pesar de tener serias restricciones constitucionales para
su actuación exterior.
A partir del año 1985, el gobierno español presidido por Felipe González,
manifestó su intención de llevar a cabo una participación activa en las
misiones internacionales de la ONU, dentro de un replanteamiento de las
políticas exteriores y de defensa; siendo ratificada por el presidente del gobierno
ante la Asamblea General de Naciones Unidas en su reunión plenaria
de 1985 y por S.M. el Rey el año siguiente en el mismo foro.
Este largo proceso culminó en 1988, nada casualmente si se atiende
a un doble proceso:
Por una parte, la segunda mitad de la década de los ochenta se caracterizó
por la integración plena de España en el conjunto europeo, lo que en
ocasiones ha sido denominado como la “transición exterior”. La incorporación
de España a la Comunidad Económica Europea tuvo su correlación con
la plena integración en la OTAN; lo que aquella supuso para la normalización
y expansión de nuestra política exterior, ésta lo fue para la maduración
de las políticas de seguridad y defensa en España.
Por otra parte, esta época coincidió con un periodo de transición militar,
cuyos hitos normativos fueron, en primer lugar, la entrada en vigor de la
L.O. de Criterios Básicos de la Defensa Nacional (enero de 1984) y a partir
de junio de ese mismo año, de la Directiva de Defensa Nacional, primer
texto sistemático de planeamiento de la Política de Defensa, actualizado a
partir de ese momento al comienzo de cada legislatura.
Este doble proceso, junto con las negociaciones al más alto nivel a
las que debieron hacer frente de forma conjunta los Ministerios de Defensa
y Exteriores, dieron buena muestra de las responsabilidades internacionales
que España estaba dispuesta a asumir, lo que a su vez, nos granjeó una
creciente legitimación exterior. Responsabilidad y legitimación sentaron las
bases de coherencia entre la política exterior española, la política de defensa
y la seguridad nacional.
Una vez culminada la incorporación de las instituciones internacionales
en el ámbito político y finalizada una importante evolución en el ámbito
castrense, España estaba en condiciones de iniciar su participación en
misiones internacionales. Aunque al principio fue modesta, a través de grupos
reducidos de asistencia a la ONU y observadores de paz, la dimensión
Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2020, pp. 117-164. ISSN: 0482-5748