156 ANTONIO RUIZ BENÍTEZ
A medida que la primera vuelta de la cita electoral se fue acercando,
el ambiente en el país, y especialmente en la capital, se fue crispando. Si
bien la jornada electoral del 30 de julio se desarrolló sin incidentes dignos
de mención, el retraso en la promulgación de los resultados por parte de la
comisión electoral independiente promovió un clima de agitación que desembocó
en los disturbios más graves, que a punto estuvieron de dar al traste
con todo el proceso y de provocar el estallido de un nuevo conflicto civil.
El resultado de los comicios había arrojado una victoria por mayoría
relativa del candidato preferido por la comunidad internacional, Joseph
Kabila, sobre el segundo favorito, Jean Pierre Bemba, lo cual, según el modelo
electoral congoleño, abocaba a una segunda vuelta electoral, en la que
se enfrentarían ya los dos candidatos más votados, exclusivamente. En ese
contexto, la localización del voto había arrojado una división del país entre
los partidarios de los dos candidatos más votados, provocando luchas y
enfrentamientos internos con el resultado de numerosos muertos y heridos.
Los más graves de estos disturbios tuvieron lugar la noche del 21 de
agosto de 2006, cuando el vicepresidente del país y candidato Bemba, se
hallaba reunido en su residencia en el centro de la capital con el alto representante
de la ONU y de la UE, además de los embajadores de EEUU, Alemania,
Japón, Francia y Bélgica, entre otros, cuando el lugar fue atacado por
unidades de la Guardia Presidencial Republicana, verdadera guardia pretoriana
del presidente Kabila, que con carros de combate, armas automáticas
y contra carro, pretendían asesinar al candidato Bemba. El asedio se inició
a las 15.30h., y ante la gravedad de la situación fue alertado el batallón uruguayo
que formaba parte de las fuerzas de MONUC, que salió de su acuartelamiento
a las 17.45h. Siendo solicitada la ayuda de la Compañía española,
la cual abandonó su acuartelamiento a las 17.55h., con la misión de desplegar
a lo largo de la avenida 30 de junio, principal arteria de la capital, y asegurar,
en colaboración con la Compañía uruguaya, un corredor de seguridad
situándose en medio del fuego cruzado de ambos bandos contendientes, que
armados con ametralladoras, morteros, lanzagranadas, carros de combate
y fusilería, desencadenaron la jornada más peligrosa de esos complicados
días. Durante la intervención, uno de los BMR fue alcanzado por el fuego
de los adversarios. Los legionarios reaccionaron con extraordinario valor
y temple al no responder al fuego, logrando, sin embrago, disuadir de su
acción a los contendientes, cuando orientaron las ametralladoras pesadas de
sus vehículos hacia los orígenes de fuego.5
5 Diario de Operaciones. VII Bandera Valenzuela de La Legión. Almería, 2006.
Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2020, pp. 156-164. ISSN: 0482-5748