LA LEGIÓN EN LAS MISIONES INTERNACIONALES 155
aéreo en diferentes puntos de aplicación del país, si la situación lo requería,
constituyendo la unidad de reacción rápida del contingente, al mando del
capitán Ríos Blanco; debiendo mantener una sección en un tiempo de reacción
máximo de una hora y a la compañía en su totalidad, en uno de 6 horas.
Además el contingente español debía estar dotado de una Plana Mayor, con
elementos de enlace vía satélite con territorio nacional y de enlace interno,
dos células de estabilización sanitarias, dos equipos de desactivación de explosivos
y un equipo de apoyo y gestión logística del contingente.
Las distancias entre el territorio nacional y la zona de despliegue
(5.000 Kilómetros) y la escasez y el estado de las infraestructuras viarias
del país, hacían de la misión un verdadero reto logístico. Para el traslado
del material, armamento y equipo del contingente, que debía estar ya disponible
a la llegada del mismo, prevista para el mes de julio, se optó por un
transporte marítimo a bordo de un buque contratado por la Unión Europea,
encomendándosele su ejecución al Grupo Logístico de La Legión, al mando
del teniente coronel Bayo Cerdán. A tal efecto, se estableció un destacamento
de seguridad a bordo del buque, trasladándose el resto del personal en
avión hasta la capital, para luego continuar hasta el puerto fluvial de Boma,
sobre el río Congo. Así, tras hacerse cargo de todo el material, emprender un
movimiento motorizado de dos jornadas entre el citado puerto y la capital, y
trasladar, en un movimiento logístico modélico, todo el material con el que
el Grupo Táctico debía cumplir su misión.
La llegada del GT se produjo el día 14 de julio, decidiéndose que el
contingente español se ubicaría en la Base Aérea de N´Dolo, en el centro
de la capital, junto al resto de los contingentes que componían la fuerza
europea; una vez desarrollados los pertinentes reconocimientos previos de
la ciudad -en la que para hacernos una idea vivían aproximadamente nueve
millones de habitantes-, comenzaron sin solución de continuidad los patrullajes,
las misiones de escolta y la presencia constante de día y de noche de
los legionarios españoles en la capital y los diferentes puntos del país a los
que fueron destacados.
Al principio, la acogida de la población fue hostil, hacia unos soldados
con unos extraños gorros con borla, cuya presencia era interpretada
como un nuevo intento de colonización de los europeos, tema este muy sensible
en la forma de ser y de pensar de la población congoleña; pero poco
a poco, a base de mucho esfuerzo, sacrificio y entrega, los legionarios, basados
en su estricta profesionalidad y sentido del deber, aderezados con la
tradicional cercanía y alegría legionarias, fueron ganándose la confianza de
la población, y con ella, la eficacia en el cumplimiento de su misión.
Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2020, pp. 155-164. ISSN: 0482-5748