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146 ANTONIO RUIZ BENÍTEZ
Los comienzos de cualquier operación son difíciles y ésta no iba a ser
una excepción; la necesidad inmediata de despliegue y, sin solución de continuidad,
iniciar las misiones y cometidos asignados, obligó a las unidades de
La Legión a vivir en condiciones realmente duras durante los primeros meses,
acantonadas sobre el terreno, a medida que se iban edificando las nuevas
instalaciones que se irían ocupando paulatinamente, circunstancias agravadas
por las adversas condiciones meteorológicas del frío invierno libanés.
Como ha ocurrido en otras tantas misiones internacionales, si bien las
fuerzas españolas no tenían un enemigo definido, sí que las misiones encomendadas
se desarrollaban en un permanente estado de tensión entre los diversos
actores que intervenían e intervienen en el conflicto: principalmente
los estados de Líbano e Israel, pero también Siria, las milicias de Hizbulá y
los refugiados palestinos y sirios, por no mencionar las constantes tensiones
entre las tres comunidades religiosas principales, Cristianos, Chiíes y
Sunníes, pudiendo en cualquier momento derivar la situación, en un corto
periodo de tiempo, hacia una escalada de tensión incontrolable que afectaría
a las unidades de la ONU desplegadas.
El sector de responsabilidad español, con una superficie de casi 360
kilómetros cuadrados, y guarnecida por 26 posiciones de la ONU, era uno
de los más castigados por los bombardeos israelíes, y en él se asentaba una
enorme variedad de población chiita, cristiana maronita y ortodoxos, sunitas,
drusos y sirios, todo ello bajo el dominio y la presencia constante de
Hizbulá, que ante el vacío de las instituciones estatales, se había hecho con
el control tras la última contienda con Israel.
Casi de inmediato, los legionarios comenzaron a toparse con los incidentes
más comunes, tales como: violaciones de la Línea Azul (Blue Line),
línea de separación establecida por la ONU entre Israel y Líbano y no reconocida
como frontera oficial por ninguno de los dos estados; accidentes
de tráfico constantes; tráfico de armas; lanzamientos de cohetes o misiles
desde asentamientos ocultos por parte de Hizbulá; violaciones del espacio
aéreo del Líbano por parte de Israel; y comportamientos no amistosos de la
población local con las fuerzas de la ONU, entre otros.
Pero, una vez más, La Legión, sabiendo conjugar la eficacia de su
preparación para el combate con unas buenas dosis de empatía con la situación
supo ganarse el respeto y la confianza de todas las partes en conflicto,
alcanzando un elevadísimo nivel de eficacia en el cumplimiento de las misiones
que se desarrollaron: detectando depósitos de municiones, levantando
minas, explosivos improvisados y trampas para dejar expeditos caminos
y carreteras, reconstruyendo escuelas e infraestructuras, atendiendo en los
puestos de socorro a heridos y enfermos, restableciendo la confianza y la
Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2020, pp. 146-164. ISSN: 0482-5748