128 ANTONIO RUIZ BENÍTEZ
El tributo que la AGT Canarias pagó en el cumplimiento de su misión
fue muy alto: 10 muertos y 58 heridos resultó su aportación a la paz en esas
tierras, atormentadas por años de oído y guerra ininterrumpidos.
A su regreso a territorio nacional, la AGT Canarias fue recibida por
S.M. el Rey D. Juan Carlos I, en el puerto de Málaga, dirigiéndoles la siguiente
alocución de bienvenida:
«Quiero que mis primeras palabras sean para daros la bienvenida a
España tras haber desempeñado con éxito una misión dura, que se ha desarrollado
en un ambiente extraordinariamente difícil.
En efecto, durante la estancia de la Agrupación Canarias en Bosnia-
Hercegovina, la guerra ha llegado a su paroxismo, con los antiguos aliados
enfrentados entre sí y con un incremento de la dureza de los combates
que se ha traducido, lamentablemente, en un aumento de los sufrimientos
de la población civil.
En medio de esta situación confusa, en continuo cambio, habéis conservado
en todo momento la sangre fría, observando una estricta neutralidad,
sin tomar partido por ninguno de los bandos y ayudando a veces
más allá de la medida de vuestras fuerzas a las víctimas del conflicto, con
independencia de su origen o de su religión.
En el año que prácticamente ha transcurrido desde que desembarcó
en Split el primer casco azul español, hombres y mujeres de muy distintas
unidades de nuestro Ejército han llevado a aquellas tierras un poco de
esperanza en una guerra para muchos inexplicable, con una dedicación
ejemplar que os honra y que ha hecho que todos los españoles se sientan
orgullosos de vosotros.
Vuestra presencia en la antigua Yugoeslavia ha respondido a un objetivo
muy concreto, colaborar con los esfuerzos de Naciones Unidas para
poner fin a la guerra que asola a esa región de Europa.
Como contingente de Naciones Unidas habéis sabido manteneros por
encima de las banderías y de los criterios, en gran parte falaces, que han
convertido en enemigos a quienes hasta hace poco eran vecinos que convivían
pacíficamente.
Habéis intentado estar siempre donde había más víctimas inocentes,
dando testimonio y ejemplo frente a quienes las originaban.
Desgraciadamente, habéis pagado por el estricto cumplimiento de
vuestro deber el precio más alto: la pérdida de diez de vuestros compañeros:
Nada puede mitigar el dolor de sus familias ante estas muertes, pero
quiero que sepan que todos los españoles compartimos su pena y nos inclinamos
ante unas vidas sacrificadas en un acto de servicio tan generoso
como es ayudar al que sufre, socorrer al herido o alimentar al necesitado.
Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2020, pp. 128-164. ISSN: 0482-5748