LA LEGIÓN EN CAMPAÑA 89
Las guarniciones militares peninsulares resultaron insuficientes para
sofocar la virulenta revolución que se produjo en Asturias y la región de
Barcelona porque estaban mal dotadas, mal preparadas y algunas infiltradas
por el movimiento subversivo. También fueron llamadas las Fuerzas de
Regulares Indígenas, creadas con la misma finalidad, pero con un reclutamiento
diferente.
La III Bandera salió de Melilla el 7 de octubre, en un vapor civil, para
desembarcar en Barcelona al día siguiente. Una compañía reforzada se dirigió,
sin solución de continuidad a Vich, Ripollés y Granollers, restableciendo
el orden público en aquella comarca y desarmando a los sediciosos que,
fácilmente, fueron reducidos. Resuelto el problema en Cataluña, la Bandera
recibió la orden de dirigirse a la región de Asturias, donde los revolucionarios
se habían hecho fuertes y estaban presentando dura resistencia.
La V y la VI banderas embarcaron en Ceuta el día 8 de octubre,
en el crucero Miguel de Cervantes, para desembarcar en el puerto de Gijón
(El Musel), el día 10 y se unieron a la columna mandada por el teniente coronel
Yagüe. Ese mismo día reconquistaron la zona que separaba el puerto
de El Musel y Gijón y esta población, a pesar de enfrentarse a grandes masas
de rebeldes y de una feroz lucha callejera.
La columna, con las tropas legionarias, siguió progresando hacia
Oviedo limpiando la ciudad y el valle de Nalón de enemigos. Haciendo
constar que las banderas tuvieron que hacer todos los transportes a brazo, al
no poder embarcar los mulos.
La III Bandera fue trasladada, en ferrocarril, hasta el puerto de Pajares,
desde donde participó en la pacificación del Principado. Después, y ante
la amenaza de un motín en la base naval de El Ferrol, en noviembre de dicho
año, fue trasladada a dicha plaza, y su sola presencia bastó para sofocarla.
Dada por finalizada esta campaña, por el gobierno de la República,
las banderas legionarias fueron retornando a sus acuartelamientos africanos,
cuando se fue considerando que sus servicios no eran necesarios en la península.
Durante esta breve pero dura campaña, las tropas legionarias fueron
transportadas por vía marítima y por ferrocarril, con una rapidez de respuesta
modélica. Su sola presencia fue una acción disuasoria en Cataluña y en El
Ferrol. Sin embargo, se combatió fuertemente contra un enemigo correoso y
bien dotado de armas automáticas (se habían apoderado de la fábrica de armas
de Trubia) y explosivos, en campo abierto y en lucha urbana (especialmente
en Gijón y Oviedo), con un clima adverso, una orografía montañosa
e intrincada y que, por no poder transportar los mulos, todo el armamento y
las municiones la tuvieron que transportar los legionarios a brazo.
Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2020, pp. 89-110. ISSN: 0482-5748